Podríamos darles lecciones

Podríamos darles lecciones

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do
Los Estados Unidos vuelve a insultar a la República Dominicana atribuyéndonos un racismo y una discriminación que, si bien pueden ocurrir como en todos los países del mundo, no constituyen una política de Estado ni mucho menos una actitud generalizada ni sancionada ni promovida por la inmensa mayoría de los ciudadanos y entidades públicas y privadas en nuestro país.

 A diferencia de Estados Unidos, donde en el 2008 por primera vez hay la posibilidad de que un negro hijo de un extranjero opte por la presidencia, en República Dominicana hemos tenido presidentes y líderes negros y mulatos desde nuestra fundación.

 Mientras en los Estados Unidos todavía hoy hay una segregación racial patente, con barrios que son sólo de negros o latinos, en los barrios dominicanos todos vivimos entremezclados sin mayores problemas.

 Cuando en los años sesenta, los americanos tuvieron graves convulsiones sociales que culminaron con los asesinatos de Martin Luther King, Malcolm X y hasta del Presidente Kennedy, debido en buena parte a las consecuencias políticas de usar la Guardia para “integrar” racialmente a blancos y negros gringos, aquí ya los negros votaban, iban a las mismas escuelas, compartían baños públicos y barberías con los blancos, y casi todas las familias tenían un arco-iris racial.

 Socialmente, aquí ha habido más discrimen por la condición económica que la racial, pero hay gente de todas las razas en todas las estaciones sociales. Los despistados funcionarios diplomáticos que andan alegando que aquí sólo hay pobres de raza negra, que se den un paseíto por la sierra, para que vean familias dominicanas rubias y con ojos claros, viviendo en casas de tablas de pino cortadas con hacha y piso de tierra. Aquí la pobreza no es exclusiva de los de piel más oscura.

 Y aun en esos remotos parajes, de clima frío, hay enclaves de inmigrantes haitianos ilegales, a quienes los dominicanos acogemos con más humanidad, calor cristiano y caridad, que como los reciben en La Florida, guardando la distancia de que somos un país pobrísimo mientras a Estados Unidos la opulencia a veces parece descoserle la sisa.

 Un país con valores admirables, donde hay más igualdad ante la ley y esperanza de justicia que en casi todas las demás naciones, no debería abusar de su tamaño para acusarnos de racistas y discriminadores, cuando en ese sentido sus culpas son mayores y peores que las nuestras.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas