Necesito una calle
un barrio con colmados y letreros de Oviedo y el Polaco
Necesito una ciudad de amigos con quien beberme las esquinas del tiempo
Necesito el rumor de una guitarra
y unos versos del Pera o de Paíto,
una botella de pico fatigado,
una canción de Lockward
y un amanecer de mariposas
Quiero abrazar con mis manos de otoño
los nombres que el corazón me grita
quiero entonar de nuevo mis sonatas de novia junto a Telmo y Vegano
Amo el silencio dulce de aquellas madrugadas,
el canto enamorado flotando en las alcobas,
rozando suavemente, junto al vaho de las flores silvestres, las mejillas del sueño de aquella ciudad arrodillada
Quiero sus sombras largas
como las madrugadas de aquellos mosqueteros
La risa compañera de mi hermano Julito
que me crezcan los versos con que orar en la tumba de Rolando Veloz
quiero estar en las calles desafiando el entorno, retando la denuncia
quiero estar en los sueños de aquellos ventanales,
porque en ellos se escapa la rima de los tiempos.
Quisiera con Baralt su temple de soldado,
bajar por la de Marzo,
a pies sobre mi historia de escasez de doblones
y llegar de su mano al país inevitable de los grandes amigos
Quiero una cuadra entera de novias olvidadas y llorar sin acordes mi última serenata
Dadme a José Cabral de pie sobre la luna
tejiendo una guitarra con su grave más tierno
Dadme a Ismael Tápia y moriré tranquilo
Quiero aquel reservado donde no está Trujillo, aturdir el Vizcaya junto a Niño Alfonseca y de Rodríguez Santos y enfrentarme a mi miedo,/ con su dueto rabioso maldiciendo al tirano con sus almas de trueno
Quiero encontrar conmigo mi lágrima más pura, mi deuda indiferente,/ y sentar mi banqueta como un trono en la Barra Payan, la tarde tormentosa en que Ojitos se llevó a Papusín,/ y grabar en mi alma el relámpago eterno de su voz en la hora procera del coraje, /su orgullosa altivez en su último bocado de hombre libre y viviente
Quiero estrenar una reyerta mas junto a Jesús Lizán,/que me enseñe de nuevo la risa de teatro, para poder reírme de esta vida
Quiero correr descalzo entre los callejones de las viejas casitas de la Iglesia Evangélica,/junto a Marino Reyes y Juan Sánchez Lamouth, con sus pies de cutaras y su pecho de halcón hacia la gloria
Volver a abrir mis tesoros de infancia el lejano infinito de los sueños,/ ver estallar la alada pirotecnia de las páginas/y retomar la vida hacia este sur,/ con nuestros ojos de barrio sin destino
Añoro las aceras vetustas, con viruelas adultas y contadores de agua,/ las azoteas de puños y cabezas de fuego
el olor de la ira en la piel de la sangre en octubre
Tontón y Armando Recio con sus rostros de azúcar
recostando a la vieja muralla un trozo de ciudad,/ ondeando la esperanza de un territorio libre con la canción del pueblo
y una aldea de ilusiones, que se nos hizo anciana peinando marejadas,
aguardando el sin sentido fatuo de su nombre Ciudad Nueva.
Que me tiemble la voz junto a los héroes que sonrieron conmigo
Cuando para pintar la historia solo tenías la sangre
Devuélvanme a Pololo, a Julio Anibal, a Mac Cordero
y escribiré esa historia solo con primaveras
Devuélvanme mi cielo, mis pisadas
la sonrisa de toda aquella gente
devuélvanme mis calles sin memoria,
sin rostros ni enlutadas referencias,
por una sola noche por una sola vez
prometo regresar a esta ciudad
que no conozco.