Policía está mal repartida

Policía está mal repartida

POR FERNANDO QUIROZ
La Policía de República Dominicana enfrenta el desafío de resolver la mala distribución de sus efectivos y de los recursos materiales, pues es una institución super numerosa con relación al tamaño del país.

A esas conclusiones llegó una misión del Instituto Interamericano de los Derechos Humanos (IIDH), integrado por expertos de cuatro nacionalidades, que produjo un diagnóstico crítico sobre la realidad delictiva en República Dominicana y sobre la Policía como institución.

Para lograr la modernización y transformación de la Policía, aprobaron en diciembre pasado, junto a la jefatura de esa institución y a la Secretaría de Interior, una estrategia para establecer una política pública de seguridad ciudadana.

Se necesita reducir la «macrocefalia» institucional, el alto mando gigantesco entre generales y coroneles, que determinó el diagnóstico, que existe en la Policía.

«Hace falta hacer un mando más operativo, más flexible y menos numeroso, que permita dedicar más recursos a las funciones operativas», consideró Germán Montenegro, quien fue secretario de seguridad de la provincia Buenos Aires en el 2002-2003, y consultor del IIDH.

Montenegro vino al país en compañía de Isabel Albaladejo, española, encargada de seguridad del IIDH, y de los demás consultores, Robinson Pérez, de Chile y Carlos Basombrío, de Perú. Basombrío, fue viceministro de Interior de su país.

La señora Albaladejo es master en derecho internacional.

El IIDH es una dependencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), que tiene entre sus funciones todo lo que se refiere a la promoción de los derechos humanos y la democracia en toda América Latina y el Caribe.

Los estudios, concluidos a finales de noviembre del 2003 y comenzados a aplicar en esta jefatura policial, recogen que no hay criterios racionales en los despliegues policiales, pues eran desproporcionados ante la problemática que debían enfrentar.

Una estructura policial deficiente alienta a la corrupción, advirtió Montenegro, en entrevista concedida a HOY junto a sus colegas.

El diagnóstico menciona a la corrupción como uno de los problemas a lo interno de la Policía. Este estudio está catalogado como uno de los más verídicos realizados en el país.

Los trabajos que se aplican sobre la base del diagnóstico fueron validados por esta jefatura policial y por el secretario de Interior, Franklin Almeyda.

Brindan asesoría y asistencia técnica especializada para el control interno de la Policía, que evite la corrupción de los agentes.

Otro de los fallos que comienza a resolverse, según los consultores, es la ausencia de un sistema de recopilación y análisis de la información delictiva, que permita a la Policía diseñar operativos y evaluar desempeño.

Hay un esfuerzo del jefe policial, mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, en colocar más agentes en las calles para labores de patrullaje, coincidieron.

«En esta jefatura podemos dar fe de esta voluntad, de, finalmente, poder asistir a un cambio en la agencia policial que es demandado por toda la ciudadanía», planteó la señora Albaladejo.

Una debilidad que aún afronta la Policía, según los estudios, es la asignación de personal a funciones que no corresponden a las labores de prevención e investigación.

Había en el país, consideró Albaladejo, una ausencia de gobierno de seguridad y de voluntad política de asumir esos temas como una cuestión de Estado.

Se determinó una marcada ausencia profesional y capacitación de sus agentes en las funciones específicas de la Policía, que son investigación y seguridad.

Los expertos plantean que en el país no se puede aplicar una receta extranjera ni traer un «enlatado» para resolver la problemática, sino lo que se pueda hacer con la realidad de recursos, cultura e historia del país.

Puede haber eficiencia policial sin recurrir a la ejecución de los delincuentes en los denominados intercambios de disparos, respetando los derechos humanos.

No hace falta la eliminación de la Policía, sino un verdadero organismo de asuntos internos autónomo de la institución, para contrarrestar la corrupción y velar por su buen desempeño, insistió el experto chileno.

NO DESBORDE

Pese a que hay hechos que conmocionan al país, aún no se ha registrado un desborde de la inseguridad, indicaron los especialistas del IIDH.

El señor Basombrío cree que el fenómeno de la criminalidad y la violencia es creciente en toda América Latina.

«Afortunadamente para ustedes, República Dominicana está todavía en una situación relativamente controlable al problema de la delincuencia. Hay otros países de la región, algunos muy cercanos, que tienen situaciones más complicadas», expresó Basombrío.

En República Dominicana no se está viviendo el peor de los casos, en términos de delincuencia, pero entiende que hay una legítima preocupación de la gente, porque la situación se deteriora.

COLETAZO

Los problemas delictivos están empezando a instalarse ahora en la agenda política del país como tema relevante para el gobierno, dijo Montenegro.

«República Dominicana está empezando a sentir el coletazo de algo que se viene sintiendo en mayor parte de América Latina desde mediado de los años noventa», consideró.

MÁS SEGURIDAD

Están conscientes de que la población pide más seguridad y protección y también coinciden en que la situación de la delincuencia en el continente americano está empeorando y la población, con toda razón, percibe que hay que hacer algo pronto para evitar que la situación se deteriore más rápidamente.

Debe haber mucha fiscalización de los ciudadanos a través de los medios de comunicación, para asegurarse que continúen las políticas que se inicien.

La reforma no puede vincularse a una persona, sino constituirse en una política de Estado, expusieron.

ESCASEZ

Con relación a la Policía, Basombrío entiende que esta institución, como en otros países, encuentra muchas dificultades para hacer frente a sus responsabilidades.

La Policía no tiene una gran escasez de recursos materiales y tecnológicos. Tiene que haber una coherencia entre el discurso que demanda eficiencia en la tarea de seguridad y las asignaciones presupuestales para cumplir con esas labores. A veces más prioridad tienen esas funciones.

Para la asignación de mayores recursos tiene que haber una condicionalidad, pues debe estar asociado a los mecanismos de control y de buen uso para evitar el despilfarro y corrupción.

«Hay dos riesgos, no asignarle recursos a las instituciones policiales, porque sin ellos no pueden enfrentar sus tareas; y el otro, que es muy frecuente, es creerles a los que dicen que el único problema es la falta de recursos, esa es otra gran mentira», puntualizó el peruano.

FORTALEZA PN

La principal fortaleza de la Policía es que está muy consciente del problema y está tratando de revertido.

Basombrío cree que los ciudadanos dominicanos, además de exigir solución a la Policía, deben apoyar e involucrarse en el cambio.

Sus propuestas, informó el grupo, fueron elaboradas tras la consulta de juntas de vecinos, ONGs, universidades e iglesias. Albaladejo consideró que una de las mayores dificultades que han evidenciado en los países que se han intentado llevar proceso de reformas, es LA falta de voluntad política e institucional.

En Dominicana, sostuvo, existe la voluntad de las autoridades policiales y políticas actuales.

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