Todos estamos de acuerdo en la necesidad de reformar la Policía Nacional. Es decir, todos coincidimos en que la Policía que tenemos es inadecuada para estos tiempos y para esta sociedad.

La Policía adquirió un perfil dictatorial durante la Era de Trujillo. Luego, a partir de principios de los años sesenta, fue convertida en una Policía para combatir las ideologías de izquierda.

En uno y otro caso los miembros de la institución fueron enseñados a actuar con saña y violencia contra quienes eran tildados de enemigos. Enemigos de Trujillo o enemigos de la democracia.

La Policía como institución ha quedada atrapada en esos viejos vicios y en una burocracia obsoleta, y sus miembros  en una pobreza y en una  marginalidad salarial que espantan e invitan a todo tipo de “indelicadeza”.

Es necesario, pues, reformar la Policía, cambiarla, reconvertirla, rediseñarla y readecuarla a estos tiempos y a una sociedad que desea vivir en democracia.

En este sentido pedimos a la alta dirección de la Policía y a su Comandante en Jefe que tomen en cuenta el documento presentado este miércoles por 16 organizaciones de la sociedad civil. Este documento expresa, por lo menos, un sentimiento generalizado.    

¿Por dónde  iniciar la reforma?

Todos los integrantes de la Policía Nacional, sus casi 31 mil miembros, son asalariados marginales. Desde rasos hasta generales. Cada uno de sus 5, 398 rasos gana  cinco mil 319 pesos con 90 centavos al mes.

Casi 144 dólares. ¡Pura miseria!

Un cabo  devenga cada mes 5,851 pesos con 20 centavos, y un sargento gana 6, 241 pesos con 85 centavos.

Un segundo teniente recibe cada mes 9,864 pesos con 70 centavos. Un primer teniente, 10, 850 pesos con 25 centavos.

Un mayor de la Policía devenga cada mes 15 mil 783 pesos con 75 centavos, y un coronel gana 19 mil 727 pesos con 10 centavos. Un general de brigada devenga 31 mil 564 pesos con cinco centavos.

Como puede apreciarse, toda reforma policial que no empiece por una revisión equitativa de los ingresos de los 30 mil 846 miembros de la institución será letra muerta.

Porque nadie puede establecer el orden cuando no se le trata con justicia, en este caso con justicia salarial.