En el inicio de la incumbencia de un jefe policial, la sociedad dominicana, como acontece con los aspirantes a la Presidencia de la República, nace una esperanza, que no se agota, que se robotiza en la ilusión, con la ansiedad de que surja una etapa de mayor seguridad ciudadana, hoy hecha pavesas por el difuso terror que nos cuestiona y apabulla.

La seguridad en las calles es cada vez más precaria y temerosa. Los asaltantes de cadenas, relojes, carteras y vehículos ha crecido como una pandemia, gripe, chikunguya, culebrilla, y ningún gobierno post Joaquín Balaguer implementa una terapia eficaz para controlar el flagelo que arrodilla a la sociedad y en el que el monopolio de la violencia estatal luce vencido por la canalla.

La inseguridad nacional es uno de los flancos vulnerables en el gobierno del presidente Danilo Medina, igual que la haitianización que vulnera nuestra frágil soberanía y la galopante y al parecer indetenible deuda externa que escala US$31 mil millones, que involucra el 50% del PIB.

El presidente Medina designó reciente al general Nelson Peguero Paredes, jefe policial, que ha visitado directores de periódicos y al presidente de la SCJ, explicando a los primeros el rol de su responsabilidad y al segundo instándole a monitorear a jueces que dictan No ha lugar contra delincuentes con decenas de fichas.

Para proteger a la ciudadanía con un cuerpo policial eficiente, lo primero que procede es subir de RD$5,700 a RD$30 mil los sueldos de los rasos, invertir en la PN como en Educación, crear los Centros de Asistencia Barrial, y reformar la Ley 36 para tenencia, nunca porte.
La PN no puede ganar como está y sola, la batalla a la canalla. ¿Comprende, presidente Medina?, como decía el presidente Juan Bosch.