Politécnico teme no cumplir clases
por falta de butacas

Politécnico teme no cumplir clases <BR>por falta de butacas

POR MARIEN A. CAPITAN
A pesar de las promesas de las autoridades educativas, las butacas no llegaron ayer ni a la escuela ni al politécnico Colombina Canario, dos centros que comparten el mismo espacio físico y la misma necesidad: carencia de butacas. Amén de las incomodidades y el desánimo que les ha generado, esta promesa incumplida preocupa a los estudiantes del politécnico, quienes temen no poder cumplir con el currículum establecido para este año escolar.

Así lo indica, por ejemplo, Jaident Rafael Peralta, del segundo C, quien se quejó de que los están despachando a las diez de la mañana a pesar de que su horario es de 7:30 de la mañana a 2:40 de la tarde. Por ello, ante la evidencia de la pérdida de tiempo, solicitó a las autoridades que por favor les envíen las quinientas butacas que les faltan.

“Aquí vivimos una situación crítica. Nos están despachando a las diez y eso no se puede. Nosotros no tenemos dónde sentarnos, estamos usando las sillas negras (las del salón de actos) y así es muy difícil. Estamos perdiendo demasiada clase. Sólo estamos dando dos horas y algo de clases. Nos estamos atrasando demasiado”, dijo Peralta.

Aunque para muchos no hay razón para sacar a los muchachos de las aulas a las diez de la mañana, hay estudiantes que aseguran que no soportarían más de ahí sentados en el suelo. Es el caso de Merilyn Rodríguez, de cuarto curso de corte y confección.

“Ayer duré la mañana entera sentada en el piso y cuando llegué a mi casa tuve que pasarme toda la tarde acostada del dolor de espalda tan grande que tenía”, apuntó Rodríguez.

Más preocupante aún es la situación de los chicos del cuarto curso de electromecánica, quienes señalan que están perdiendo demasiadas horas de matemáticas. Y esto, señala José Aníbal  de los Santos, es bastante grave para ellos.

“Si esto sigue así el programa de clases que tenemos con los profesores no se va poder realizar. Por ejemplo, la profesora de matemáticas no va a poder terminar su programa. Este es nuestro último año y nosotros queremos salir bien preparados y terminar con honores. No queremos terminar por terminar y cogiendo poca clase”, adujo de los Santos.

Por ese motivo, los muchachos no sienten reparos en colocar unas tablas sobre tres taburetes. De esta forma, señalan, pueden aprovechar mucho mejor el espacio.

Las chicas del cuarto de corte y confección no tienen tanta suerte. Salvo las cuatro butacas y las cuatro sillas del salón de actos, el “trono” del aula es un cubo vacío de pinturas Tropical. ¿El resto del mobiliario? El amplio suelo.

Para los niños pequeños la historia es muy diferente. Más que lo mucho que puedan aprender o no, lo que les preocupa tiene que ver directamente con el tiempo libre: no les gustaría tener que ir a la escuela en vacaciones.

Tampoco, sin embargo, les agrada ser objeto de abuso por los más grandes del centro. Es que, como se queja Willy Soriano, a los chiquitos no les sirve de nada ir a reservar una silla a las siete de la mañana: los mayores se las quitan de mala forma.

“Algunas veces consigo una silla y los grandes me la cogen. Entonces le hablan con rudeza a uno“, se lamentó Soriano después de indicar que en lo que va de semana se ha sentado tres veces en el suelo. En pocas palabras, tomando en cuenta que ayer era miércoles, le ha tocado todos los días.

Sin tener dónde sentarse y despachados a destiempo por unos maestros que aseguran que podrían comenzar otro método de lucha si el mobiliario no llega pronto, los 2,301 de estos centros ven cómo su futuro está a la deriva. Ojalá que pronto recupere el norte.

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