Política centrada y equilibrada

Política centrada y equilibrada

La nación, nuestra democracia, necesita políticos que propicien políticas centradas y equilibrados para encarar adecuadamente incertidumbres, turbulencias, radicalizaciones, simplismos, confusiones e insustancialidades imperantes.

Debemos superar esas amenazas que penden sobre nuestra sociedad si aspiramos inscribirnos en la nobleza y deber ser que nos inculcara el forjador de nuestra nacionalidad. Y tomar antorcha de relevo legada por Balaguer, Bosch y Peña Gómez.

Duarte enseñó que la política no es especulación, sino “la ciencia más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias nobles” expresión identificada con pensadores sublimes y excelsos contemporáneos como consignan las consultas ordenadas por UNESCO para elaborar la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.

De los méritos de los líderes dominicanos del siglo XX destacamos haber cultivado equilibrio conducente a una ubicación centrada del quehacer político frente a extremismos. Hicieron posible superar resentimientos de dictadura y guerras como no lo han alcanzado otras naciones más civilizadas: España y Chile constituyen ejemplos donde heridas provocadas por dictaduras y guerras no han cicatrizado.

De Balaguer recordamos su admonición al tomar posesión en 1966: “No he venido a ponerme las botas de Trujillo”. Incluyóboschistas derrotados en esa ocasión en su gabinete. Detuvo asonadas militares (1978). Viabilizó participación institucionalizada (1986) de partidos opositores. Cedió a presiones (1996) para evitar peligros a la paz.

Bosch hizo ver en 1962 que nuestra dicotomía no era trujillismo o antirujillismo, sino disparidades sociales. El “borrón y cuenta nueva” llegó a provocarle adhesiones trujillistas y anatemizaciones de extremistas. Autorizó cercanos colaboradores suyos formar parte del primer gabinete balaguerista.

Cuando conocí personalmente a PeñaGómez durante negociaciones para elecciones de 1970, quedé impresionado de su aura pacifista contraria a la “tierra arrasada” predicada. Al observarle mi impresión, su respuesta, gestual y verbal, fue que había que administrar el entonces grande PRD con equilibrio. Su mensaje a adversarios “yo los perdono” confirmó virtudes centradas no obstante ser un líder exacerbador de masas por antonomasia.

Por esas actuaciones centradas y equilibradas de esos líderes, se recuperó la capacidad de socializar que dictadura (1930-1961) y guerra (1965) habían separado, expresándose incluso en eventos sociales.

La nación ha superado dicotomías entre trujillismo vs. antitrujillismo, revolucionarios vs. conservadores gracias a políticos inscritos en el equilibrio centrado.

Pero no ha superado algo sustancial: disparidades sociales provocadas por distorsiones económicas originadas en fiscalidades deficitarias; desafío a superar por la presente generación de políticos ante amenazas potenciales de confrontación auguradas en las dos marchas contrapuestas recientemente celebradas.

Y dentro un sistema político, electoral y de partidos, complicado y confundido, difuso y confusor, que pone en peligro la factibilidad de cambiar el mal camino por el que vamos.

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