Muy pronto nuestro país entra en otro período eleccionario en el cual se escogerán las nuevas autoridades municipales, congresuales y ejecutivas que dirigirán los destinos de la nación durante el cuatrienio venidero. Acorde con los tiempos se hará uso extenso de las redes sociales, llámense Facebook, Instagram, WhatsApp, Twitter, YouTube y otros, para llevar los mensajes propagandísticos.
La ciudadanía en general debe estar preparada para el intenso bombardeo televisivo, impreso, radial, por vallas, equipos de sonido rodantes, marchas y caravanas, mítines, llamadas telefónicas, operativos barriales, repartos de canastas navideñas y un etcétera de atrayentes modalidades orientadas a ganarse la simpatía de la población electora.
Auguramos una enorme pasarela exhibiendo a lobos disfrazados de ovejas; a uno que otro ángel lo estarán vistiendo con traje de demonio, en tanto que el Photoshop estará presente en los retoques faciales. Recomendamos hacer una cita con tiempo para ver a su cardiólogo favorito, a fin de asegurar que usted no es una persona propensa a las arritmias y los paros cardiacos secundarios a las falsas noticias y montajes en videos. Abundarán las promesas desde una modesta ayuda financiera individual, empleo, exoneración aduanera, hasta proyectos galáxicos maravillosos. Habrá derroche, pero no al estilo de la canción de Manuel Jiménez
Seremos testigos de una atmósfera cargada de miedo y afanes de poder en la que la mentira y el engaño andarán de la mano. La simulación y la poca sinceridad estarán a la orden del día; la honestidad y la verdad serán las grandes ausentes en muchos de los actos proselitistas.
Los comediantes imitadores de Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez estarán presentes para entretener a incautos.
Es mi profundo y sincero deseo estar soñando equivocado, y que la venidera campaña electoral sea un modelo de pulcritud y decencia, digno de imitar por muchas otras naciones. Ello será un indicio de que aprendimos de la cátedra que nos fue dictada el 10 de diciembre de 1962, en la cual se decía: “Estamos cayendo en un lodazal; y si los líderes políticos no le ponen alto a la carrera de insultos y de infamias y de mentiras en que está hundiéndose el país, le abriremos la puerta al próximo dictador. Que no se haga nadie ilusiones; la democracia no puede establecerse sobre bases tan sucias y tan débiles como las que estamos echando aquí.
La democracia es una manera de vivir, no sólo un sistema de gobierno, y el fundamento moral de la democracia es el respeto mutuo; el respeto entre los hombres, entre los partidos, entre los grupos sociales…No es moral rebajarse a tanto para llegar a la Presidencia de la República. Los que hacen eso para llegar a la Presidencia, harán cosas muy feas si llegan al poder.
Si nosotros tuviéramos que lanzar anónimos a la calle, si tuviéramos que inventar mentiras y calumnias, si tuviéramos que usar una cinta sonora falsa para engañar al pueblo, no estaríamos luchando, porque no aceptaríamos la Presidencia de la República a ese precio. La Presidencia no es un botín de guerra que se debe conquistar a sangre y fuego”.
El autor de esa alocución está enterrado en el cementerio municipal de La Vega y ni siquiera sus más cercanos discípulos han honrado ese discurso. Descanse en paz Juan Bosch.
“La vida no se detiene, prosigue su agitado curso”, decía Rodriguito