Política dominicana: El ciclo del cangrejo

Política dominicana: El ciclo del cangrejo

Rafael Acevedo

Los cangrejos como especie, aparte de su valor gastronómico, suelen dar origen a parodias muy ilustrativas. Y a versos pícaros que de tan absurdos el propio autor (Tres Patines) presuponía que los mismos eran de la autoría de los propios cangrejos.
Muchísimo más genial, el gran Josué de Castro, médico-antropólogo brasileño, describió como “el ciclo del cangrejo” la dependencia biunívoca entre los habitantes de las favelas y los cangrejos de playas vecinas; ya que estos se alimentaban exclusivamente de cangrejos, y los cangrejos solamente de los excrementos de ellos.
Lugar aparte merecen los cangrejos de Nagua; por haberse dado cuenta de que sus tenazas solo sirven para excrementos sólidos, y no para expulsiones peristálticas líquidas. Una autoconsciencia superior a la de ciertos devotos del intelecto que no entienden las limitaciones de sus instrumentos, sean científicos, filosóficos o tecnológicos.
También se ha dicho que los dominicanos, en política y conducta ciudadana, nos parecemos a aquellos cangrejos que no logran salir de la cubeta porque cuando lo intentan los demás “lo jalan pal fondo”.
Lamentablemente, a muchos se nos habría olvidado que muchas de estas conductas son herencias culturales e históricas, causadas o mantenidas por factores estructurales. Todo nuestro individualismo, oportunismo y pesimismo debe ser estudiado en relación con estructuras socio-históricas.
El análisis y la crítica corrientes no pasan de lo actitudinal, de supuestas o reales idiosincrasias criollas, que no nos permiten tener ni mantener conductas serias orientadas a la solución de nuestros problemas nacionales.
Sin duda, nuestra realidad histórica y presente, social, económica y política, ha sido causa directa de cierto pesimismo generalizado. Y, peor, sobran apostadores individualistas en la política y el comercio, en las bancas de apuestas, el tráfico y lavado de “cosas”, cuya apuesta es que “¡Este país se jodió!”.
Obviamente, está faltando el análisis sistémico y estructural, al estilo de los fundadores de la sociología, weberianos o marxista; y de cientistas sociales recientes. En vez de estar reciclando, cuales cangrejos, los residuos tecno-científicos de la globalización.
Nos está faltando un modelo socio-político general y sectorial para poder entender las causas de nuestras inconductas individuales y colectivas, pero sobre todo, para poder detectar coyunturas, brechas y oportunidades.
Balaguer y los norteamericanos frustraron la versión marxista de la sociología por la cortedad de mira y la confusión ideológica de socialistas uasdianos. Similarmente, en muchos otros países de la región, los norteamericanos declararon sospechosos a sociólogos y sociología; y apenas les dieron oportunidad en sus ONG a trabajadores y técnicos sociales con licencia académica limitada a la reparación de algunas fallas del “magnífico sistema global neoliberal”.
Ante las grandes ostensibles fallas del neoliberalismo y de su política social de parches, viene siendo hora de que, aunque fuere solamente para fines de prueba, reintentar el análisis estructuralista, para buscar nuevas oportunidades para países como el nuestro.
Y mirar, aunque sea de soslayo, los valores cristianos que le dieron grandeza y brillo al desarrollo humano del hemisferio occidental. Acaso lo más hermoso y prometedor que ha tenido a su alcance la humanidad.

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