POR HUGO GUILIANI CURY
Desde el inicio de la segunda administración del Presidente Bush se ha señalado que el hemisferio no es una prioridad en la agenda de la política exterior norteamericana, lo cual hasta cierto grado es cierto. Es fundamental comprender que la política exterior de esa nación es una mezcla de idealismo, intereses y realismo. Igualmente conocer que después de Septiembre 11, 2001, la prioridad norteamericana es la seguridad nacional.
Por ello Estados Unidos ha concentrado su atención en la situación en Irak y en dar solución al problema de carácter nuclear en Corea del Norte e Irán. También en resolver el conflicto de Israel con Palestina y tratar de que Rusia evolucione hacia una democracia con una economía de mercado.
Igualmente Estados Unidos busca mantener unas adecuadas relaciones políticas y económicas con China Continental, país que emerge como un nuevo poder a nivel mundial, pero tratando a la vez de evitar un conflicto entre esa Nación y Taiwán. Mientras que con sus tradicionales aliados en la Unión Europea, Estados Unidos tratará de recomponer sus relaciones diplomáticas, las cuales fueron afectadas por el conflicto con Irak. Es como se puede observar, una amplia agenda de política externa, cuyos objetivos son resolver acuciantes problemas que existen en diferentes partes del mundo.
El hecho de que América Latina no sea en estos momentos una prioridad, es un tema que se ha discutido en las diferentes esferas donde se diseña la política externa norteamericana. Pero además en círculos cercanos a la administración del Presidente Bush, se ha notado que existe una especie de desencanto en la Casa Blanca y en el Departamento de Estado con la línea política que han adoptado algunos países Latinoamericanos. Esto ha dado lugar a que en ciertos sectores de la administración se hayan planteado el dar un tratamiento diferente a cada país según sean sus relaciones con Estados Unidos. Bajo esa nueva conceptualización las veinte y una naciones del hemisferio han sido clasificadas «entre los que están» y «los que no están» con los Estados Unidos, agregándose una tercera categoría de países que podría denominarse «sin definir».
Pero de repente la situación en América Latina, vista desde el prisma de la política exterior norteamericana, se ha ido deteriorando. Las relaciones con Venezuela se dificultan cada vez más, Cuba, que era solo una pequeña molestia, se ha convertido nuevamente en preocupación debido a las relaciones con Chávez, la situación en Haití, en lugar de mejorar se ha ido empeorando e igualmente sucede con Nicaragua, donde su presidente tiene problemas con su congreso y en las próximas elecciones los sandinistas podrían ganar. También en estos momentos el presidente Bush encara una difícil situación para lograr la aprobación del DR-Cafta y parece ser que tendrá que poner en juego el capital político para lograrlo. Recientemente, el presidente elegido democráticamente en el Ecuador fue destituido por su congreso siguiendo el patrón de lo ocurrido en Bolivia hace unos años. Se teme también que el cocalero Evo Morales pueda en algún momento asumir el poder en esa nación. Por otro lado, Estados Unidos ve con preocupación el no haber podido ponerse de acuerdo con Brasil que es el país más importante del hemisferio, en una serie de temas que han afectado las relaciones comerciales entre ambas naciones. En la República Argentina, al Presidente Kischner le gustaría llevar a cabo una política exterior de mayor independencia frente a Estados Unidos y a medida que logre ir solucionando los problemas económicos de su país, esa será su tendencia. El Caribe angloparlante se encuentra algo molesto con Estados Unidos debido a lo ocurrido en las negociaciones que ellos lideraban cuando Aristide fue derrocado. Eso ha llevado a los caribeños a adoptar posiciones que no han sido del agrado de su vecino del Norte. Una de ellas es que el CARICOM no ha reconocido al régimen existente en Haití y tampoco le dio apoyo al candidato norteamericano en la OEA, el ex Presidente salvadoreño Francisco Flores ni al canciller Derbez de México. Esta situación fue salvada por Condoleezza. Rice a través de un rápido y hábil cambio de posición hacia Insulza, lo cual también evitó profundizar la división de la región. En el caso del Presidente Vicente Fox, de México, quien ha tenido una estrecha relación con George Bush, también tiene problemas políticos y es casi seguro que su partido perderá el poder en las próximas elecciones. Este escenario en la América Latina ha servido para dar ciertas señales a la administración del Presidente G. W. Bush de que deben prestar una mayor atención a los problemas del hemisferio. Es por tanto dentro de ese escenario que se decide y transcurre el primer viaje de Condoleezza Rice hacia algunas naciones del hemisferio.
Los países a los cuales ella viajó fueron cuidadosamente seleccionados por el Departamento de Estado y la Casa Blanca. Brasil, por ser el más importante para Estados Unidos y porque desean seguir tratando de que apoye el ALCA. Chile porque se ha vendido siempre como el mayor éxito económico de la región. Colombia porque se libra una lucha armada en contra de la droga y donde se concentra la mayor parte de la ayuda norteamericana. El Salvador porque este pequeño país se está vendiendo como el de mayor empuje en Centroamérica y el Caribe, pero además por ser el único del hemisferio que mantiene tropas en Irak.
El viaje de Rice ha cumplido varios objetivos, siendo uno de ellos el dar una señal a la América Latina de que la región es importante para la política exterior norteamericana. El otro sería reafirmar que Estados Unidos desea un hemisferio occidental democrático, libre y seguro. Pero esos grandes objetivos sirvieron también para que la jefa de la política exterior norteamericana dialogara con Brasil sobre el caso de Venezuela y Cuba, así como buscar una solución al impasse surgido en la elección de un nuevo Secretario General para la OEA. La doctora Rice, mujer de mirada aguda, de gran serenidad e inteligencia, dio énfasis en sus discursos a la necesidad de que nuestros países hagan mayores reformas democráticas y económicas. Se podría entonces concluir indicando que su primer viaje a Latinoamérica ha tenido resultados positivos para su propia imagen y la política exterior norteamericana. Pienso también que como resultado de esas conversaciones Estados Unidos apoyará a Brasil en sus aspiraciones a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, y a cambio de eso, ese país buscará cómo armonizar posiciones con Estados Unidos en los temas del ALCA y OMC. Pero también no debe pasar desapercibido que el viaje de la Secretaria de Estado podría ser el preludio de una futura gira del Presidente G.W. Bush hacia el hemisferio a fines del presente año o a inicios del 2006.
Me parece que Rice ha logrado sus objetivos y también ha demostrado que su diplomacia activa es capaz de resolver problemas y de obtener resultados concretos para su país.