Política, justicia y corrupción

Política, justicia y corrupción

Independientemente de lo que establezcan las cortes sujetas a los debidos procesos sobre conductas individuales, por aquello de que cada quien es el responsable de sus actos, lo que el país presencia es la estrepitosa marcha de un flujo de acusaciones por alegados actos de corrupción.

Todo bajo presunciones que deben quedar descifradas sobre sustracciones astronómicas de haberes a un Estado endeudado, reducido en su capacidad de servir al país, padeciendo insuficiencia crónica de medios para saldar una gran deuda social.

Los perjuicios inventariados para fines judiciales obligan a conectar las supuestas autorías al partido al que pertenecen y que logró un control sin parangón del Estado.

No procede incriminar en términos absolutos a una organización ni a sus gobiernos solo porque una parte de sus liderazgos y relacionados dejara rastros de incurrir en contubernios para delinquir.

Pero como ente jurídico que gobernó durante los hechos que alarman, está llamado a explicar a la sociedad lo que le corresponde moralmente sobre irregularidades y transgresiones que el partido mismo no descarta y reclama justicia.

Hablar con franqueza de todo lo que a la sombra de sus amplios poderes de entonces habría ocurrido y ahora arroja elementos de juicio que concentran la atención del país, recibidos hasta por los más escépticos como de suficientes méritos para que los tribunales actúen sin dejar cabos sueltos.

Un Miches que está en la cosa

Con razón pasó al olvido aquel eslogan que decía que este país era «el secreto mejor guardado».

Las conexiones aéreas con paradisíacos polos turísticos locales no exceptuaban puntos cardinales antes de la pandemia y aunque el coronavirus se resiste todavía a desaparecer como adversidad para la industria sin chimenea, los inversionistas de vieja o nueva data van y vienen con planes, planos y recursos para sufragar el levantamiento de hoteles.

El costero Miches es ya un punto preferido para continuar la expansión de explotaciones turística en esta tierra.

Un reciente anuncio de que allí llega un capital de RD$3,500 millones para levantarles magníficos alojamientos a futuros visitantes hubiera parecido pura fantasía en otros tiempos cuando República Dominicana no había pasado a ser el “secreto“ más conocido.

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