Política macroeconómica y manejo de deuda

Política macroeconómica y manejo de deuda

POR LUIS MANUEL PIANTINI MUNNIGH
El Gobernador del Banco Central, Lic. Héctor Valdez Albizu, acaba de informar que «no es intención de las autoridades monetarias presionar el tipo de cambio a niveles que no sean económicamente sostenibles», y señaló que «si el dólar se estabiliza en una franja de 35 a 38 pesos por un dólar, contribuiría a bajar las presiones inflacionarias y le permitiría al Estado Dominicano disminuir sus gastos fiscales, ayudando al pago de la deuda externa».

El Lic. Valdez Albizu es un experimentado técnico de la banca central, conocedor del manejo del mercado cambiario por sus tres décadas como miembro del personal de esa institución y siendo su Gobernador durante seis años, durante uno de los períodos mas exitosos en el manejo de la política macroeconómica.

El Gobernador había declarado hace varios días que la función básica del Banco Central estaba muy claramente definida en la ley, siendo ésta el combate contra la inflación, para el beneficio de toda la sociedad. O sea, que para lograr este objetivo, la institución tenía que actuar de manera imparcial con el Gobierno y el Sector Privado.

El Gobernador conoce por los estudios técnicos de esa institución y por su sobrada experiencia, que en este país no solo importa el manejo prudente de la política macroeconómica para mantener la estabilidad en la tasa de cambio y  por tanto controlar la inflación, sino también y mas importante aún, la percepción que tenga la población de ese manejo. Por eso sus recientes declaraciones y reuniones con los agentes económicos apuntan hacia la transparencia y efectividad en el manejo de la información, que es de extremada importancia para el éxito en el ejercicio de la función pública principalmente en el área económica.

Puede existir un equilibrio fiscal y un manejo adecuado de la política monetaria, pero si la población percibe que esa no es la realidad, se produciría una modificación en su comportamiento, sustituyendo activos de una moneda por otra y alterando de esta forma el valor del tipo de cambio, sin que existan causas reales que lo generen.

Los montos de la emisión monetaria y el de los billetes y monedas en circulación, eran a mediados de agosto 14% y 10% inferiores en términos reales, a sus valores a agosto del pasado año.  Esto quiere decir, que en el mercado del dinero no hay suficiente pesos que provoquen presiones para aumentar los precios de los bienes y servicios y el tipo de cambio, como consecuencia de un aumento en la demanda.

Con un constreñimiento en el valor real de los medios de pagos, y con el experimentado ejercicio del Lic. Valdez en el Banco Central, hay suficientes motivos por el lado monetario, para que la tasa de cambio busque su valor de equilibrio y tienda a mantener su  estabilidad en términos reales.

En cuanto a la política fiscal, tanto el Presidente de la República, como su equipo económico,  han dado seguridades de su compromiso con el equilibrio fiscal y ya se han comenzado a tomar medidas que apuntan hacia el restablecimiento del  Programa  Financiero con el FMI.

Las cifras más recientes señalan que la tasa de cambio real efectiva se ubica alrededor de 40 pesos por un dólar (el FMI estimó una tasa nominal promedio para el año de 40 pesos con una tasa de inflación del 14%), pero si los precios de los bienes y servicios comienzan a descender, reflejados en tasas de inflación mensuales negativas para los próximos meses, tal y como es de esperarse en un mercado competitivo, por la significativa reducción de alrededor del 30% que ha experimentado la tasa de cambio nominal durante el último cuatrimestre, entonces el nivel de la tasa de cambio real efectiva se situaría alrededor de los valores señalados por el Gobernador del Banco Central.

Naturalmente que un rápido descenso de la tasa nominal de cambio a niveles que perjudiquen la competitividad de las exportaciones nacionales en beneficio de los exportadores extranjeros, tal y como lo ha señalado el Gobernador en sus declaraciones insertadas en el primer párrafo de este artículo, no podrían ser sostenidas en el tiempo, pues el balance superavitario de la cuenta corriente de la balanza de pagos podría ser eliminado rápidamente, requiriéndose de un nuevo y doloroso ajuste para restablecer el equilibrio externo, el cual sería más agudo ante la carencia de un flujo positivo de ahorro externo privado.

Déjenme explicarlo en buen cristiano. Si la tasa de cambio baja rápidamente y no paulatinamente, puede afectar negativamente a las exportaciones , pues los costos internos en pesos de los bienes y servicios transables y principalmente los no transables  para producir un bien exportable, no se reducen a la misma velocidad en que se reducen los ingresos en pesos por la venta de ese bien en  el exterior , ya que los vendedores  nacionales transfieren mas lentamente al comprador de sus productos, entre ellos los exportadores, (depende del nivel de inventario comprado a costos altos y de la cantidad de vendedores en ese mercado) las reducciones en los costos en pesos por la disminución en la tasa de cambio, tardando sus precios de ventas en reflejar estas reducciones y afectando por tanto los costos y la rentabilidad de los bienes exportables.

Por el lado de las importaciones se puede producir un estímulo a su aumento por el desplazamiento de la demanda a comprar bienes y servicios extranjeros más baratos que los nacionales, pues un rápido descenso en la tasa de cambio no le permite al productor nacional ajustar sus costos a la misma velocidad en que se reducen los costos en pesos de los bienes similares importados, más aún si le agregáramos los costos adicionales de la reforma tributaria y el pretendido aumento general de salarios.

De esta forma los egresos en divisas de las importaciones superarán los ingresos en divisas de las exportaciones, eliminándose el sobrante en dólares que ha generado el superávit de la cuenta corriente y que ha sido un elemento importante unido a la confianza, en la reducción de la tasa de cambio y en su tendencia hacia la estabilidad. La eliminación de este sobrante, en ausencia de ingreso neto de ahorro externo, podría empujar la tasa de cambio a un nivel superior al necesario para restablecer el equilibrio externo, obligando al Banco Central o a intervenir en el mercado a expensa de una pérdida de sus reducidas reservas, afectando los niveles de confianza, o a aumentar nuevamente los niveles de las tasas de interés, para proteger las reservas y evitar presiones devaluatorias, en un período en que se necesita reforzar de nuevo la confianza en la estabilidad y en el manejo de las políticas públicas.

El ingreso de ahorro externo privado, en ausencia de un mercado de divisas que realice transacciones a futuro, representa una holgura para la estabilidad de la tasa de cambio en los meses en que se generan fuertes desequilibrios entre la oferta y demanda de divisas, como son los meses donde la demanda para realizar pagos por las importaciones es mayor que el flujo que generan los ingresos de las exportaciones, ya que tanto los importadores como la banca, pueden contar con crédito comercial externo de corto plazo para realizar sus pagos en el exterior sin presionar al mercado cambiario. Esta  facilidad crediticia prácticamente sería eliminada en caso de reestructurarse el servicio de la deuda privada externa del sector público, por las exigencias de costosas provisiones que demandarían los supervisores de países desarrollados sobre los créditos de sus bancos colocados a emisores de deuda en la República Dominicana, lo que afectaría la estabilidad en el manejo de las políticas monetaria y cambiaria.

La reducción gradual del  superávit en la cuenta corriente hacia niveles de equilibrio, donde la tasa de cambio nominal se mantenga cercana a la tasa de cambio real efectiva, unido a un flujo positivo de ahorro externo, le permitiría al Banco Central monetizar a la economía con la reducción de sus certificados financieros, sin agregarle mayores presiones al manejo de la política cambiaria, aportándole liquidez al sector privado para inducir el crecimiento económico.

Una renegociación del servicio de la deuda pública externa con el sector privado, impondrá un fuerte constreñimiento al manejo de las políticas monetaria y cambiaria, y por lo tanto a las posibilidades de la recuperación de la sostenibilidad del crecimiento económico, ya que representará un obstáculo al flujo del ahorro externo principalmente dirigido al sector privado, al restringirse el ingreso de inversión extranjera tanto productiva como financiera, para coadyuvar al ahorro doméstico en la creación de riqueza nacional y facilitar el flujo del comercio exterior. El Gobierno se verá doblemente perjudicado al mermarse su potencialidad de recibir mayores ingresos fiscales y al deteriorarse la  calificación de riesgo país y por tanto debilitarse su credibilidad en los mercados internacionales, reduciéndose el acceso del país (sectores público y privado) a esos mercados, y elevándose sus costos financieros en el presente y futuro.

Tal vez esta realidad no la tomó en cuenta el pasado Gobierno cuando se abocó a una renegociación con el Club de París (aunque tal vez sí, puesto que gastó todos los pesos y los dólares que debió ahorrar). Su decisión probablemente obedeció que ignoró que la restricción que existía en ese momento en el sector externo, no se debía a un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, sino a los elevados niveles de desconfianza de la población en sus ejecutorias, que provocaba un flujo negativo de recursos externos por la fuga de capitales, que se reflejaba en los agudos niveles de devaluación de la moneda nacional. Pero ya eso no existe, y por tanto deberíamos enmendar ese costoso error en el manejo de la deuda con el sector privado a través de soluciones pragmáticas, que no impliquen la repetición del mismo error, para beneficio del país y del propio Gobierno.

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