Política monetaria puede reversar precio del dólar en mercados

Política monetaria puede reversar precio del dólar en mercados

POR CLAUDIO CABRERA
Mantener una tasa de cambio a un nivel prefijado de antemano, no constituye una meta de política cambiaria del Banco Central y de las autoridades, tal como lo ha proclamado el propio gobernador de la institución monetaria, Héctor Valdez Albizu.

Pero al valorar las incidencias que sobre la política económica gubernamental tiene tan importante indicador macroeconómico, tampoco puede considerarse como un simple asunto para dejarlo en terreno de nadie.

Sin faltarle a los principios que proclaman la libertad de mercados, harto está comprobado que los gobiernos de todo el mundo disponen de un amplio esquema de opciones, para variar el curso errático de políticas monetarias que previamente han sido adoptadas sin la debida correspondencia con el ordenamiento de los mercados, dentro de un orden competitivo y abierto.

De acuerdo a lo que aseguran las autoridades económicas del país, en el recién “Programa Económico de la República Dominicana” (2005-2006), “el Banco Central continuará conduciendo una política monetaria dentro de un régimen cambiario flexible”.

Pero tradicionalmente las “flexibilidades” han servido de telón de fondo para que muchos agentes económicos e intermediario con las divisas se aprovechen de las libertades del sistema, así como de las debilidades mostradas por gobiernos y autoridades que desechan políticas de restricción monetaria, permitiéndoles intervenir y especular con divisas, principalmente el dólar estadounidense.

Esta vez, y a pesar de que las autoridades monetarias y gubernamentales están conscientes de la necesidad de que los procesos de liberalización deben ser impulsados, este radio, al parecer, tendrá muy corto alcance para la especulación.

En torno a este objetivo y valiéndose del recurso de la política monetaria, las autoridades económicas proclaman en el recién publicado documento extendido al FMI, que “la intervención en el mercado, para comprar o vender divisas, será limitada y ajustada principalmente a alcanzar las metas monetarias del programa, así como a evitar una excesiva volatilidad en la tasa de cambio”.

Esto asegura que si bien no prevalecerán controles sobre los precios de las divisas, sí se establecerán las políticas necesarias para mantenerlo estable. De esta manera, las cotizaciones no alcanzarán los RD$50 por US$1, siendo casi seguro que se mantendrán en un techo máximo que podría oscilar entre los RD$28 a RD$30 por US$1.

Para evitar los desbordamientos en las tasas, la institución anuncia que a partir de septiembre de este año habilitará una “plataforma electrónica de transacciones” que “dispondrá de cotizaciones sólidas y datos públicos sobre las transacciones cambiarias”.

 “UNA GRANADA  SIN ESPOLETA”

En términos reales y en el teatro de operaciones cambiarias, las transacciones que a diario oponen a millares de compradores de divisas con millares de vendedores, se convierte en una especie de escenario de guerra.

Pero como en toda guerra, alguien gana y alguien pierde. En la medida en que las economías no reconozcan la importancia de administrarse con transparencia suficiente por ambos lados, el mercado puede quedar sesgado por los especuladores.

De aquí la importancia del programa que ahora anuncia el Banco Central junto a las autoridades monetarias, en vista de que con ello se transparentará un segmento importante y decisivo de la economía, como lo es el mercado cambiario.

Pero el mayor factor de moderación con que cuentan los gobiernos y autoridades monetarias para compensar alzas desmedidas de las divisas bajo determinada coyuntura, reside en la aplicación de medidas compensatorias restrictivas que eviten el abultamiento de la masa monetaria.

Tal es el juego que las actuales autoridades monetarias no están dispuestas a perder, y por el cual están dispuestas a echar sobre la mesa la última baraja.

La decisión proclamada en el programa monetario-fiscal de que este programa “será compatible con la reducción de la inflación a una tasa de 11-13% durante el 2005 y a 8% durante el 2006, observando límites estrictos sobre los agregados monetarios”, hablan por sí solos.

En adición, se plantea la meta de aumentar las reservas internacionales, señalando que “el instrumento principal de la política monetaria seguirá siendo las subastas de los certificados del Banco Central”.

En adición a dichos instrumentos, la institución se compromete a reducir el déficit cuasifiscal y  los riesgos de renovación de sus certificados, mediante la emisión de certificados indexados a más largo plazo.

Con una política de desmonetización semejante, será muy difícil volver a observar al dólar volando por las nubes, convirtiendo a la tasa de cambio en una “granada sin espoleta” en medio de la guerra, porque la desmonetización esterilizará los efectos cambiarios.

Sin embargo, todos los economistas y analistas conocen muy bien que el origen de la mayoría de los problemas cambiarios no residen en la aparición, en determinado momento del factor especulativo.

La especulación en toda economía constituye un recurso autógeno de la propia sociedad para maximizar y concentrar ganancias en las manos de sectores que en ciertas condiciones pueden manipular las monedas, generalmente por fallos de las políticas económicas centrales.

En condiciones donde prevalece una moderada disciplina fiscal y la suficiente vigilancia para preservar a los agentes financieros y a los intermediarios con las divisas, difícilmente florezca una especulación desmesurada.

Situaciones en que emerge la especulación como un mal coyuntural en una economía son provocadas generalmente por la ineptitud de las autoridades monetarias, en algún caso, o en el otro, debido a la duplicidad de funciones atribuidas o permitidas a otras instituciones que no sea el Banco Central o el Tesoro como guardián de la estabilidad cambiaria y monetaria.

Una sencilla lección que impone la ley de oferta y demanda explica el axioma de que el equilibrio entre oferta y demanda se rompe, cuando se viola la moderación en el gasto público o bien se permite a los sistemas financieros expeler fondos de liquidez en moneda local que, a su vez, exceden las disponibilidades en divisas de un país.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas