Política monetaria y déficit cuasifiscal del Banco Central

Política monetaria y déficit cuasifiscal del Banco Central

POR ARTURO MARTÍNEZ MOYA
Estoy consciente de que la economía ha sido invadida, ultrajada diría el poeta, por profesionales de otras áreas, y por analistas, que armado con una preparación general se han acercado, y por tal razón, se sienten capacitado para incidir en el quehacer diario, y por eso es necesario incorporarlos en la discusión. No es el caso de los economistas del Banco Central, que son verdaderos profesionales, seguidores de la técnica. De manera respetuosa, contesto a uno de los economistas de la Institución, y como apoya el trabajo-respuesta del amigo Luis Ml. Piantini, mi respuesta a éste también están dirigidas a él. En cuanto al analista, todas son suyas.

El ejercicio intelectual se hace difícil cuando se escribe para justificar una política que se sabe, ó debe saberse, que sólo conduce a un callejón sin salida, y más aún, cuando la defensa se intenta torciendo la coherencia de los datos. Es el caso de uno de los trabajos publicados recientemente en defensa de la política monetaria del Banco Central, el cual pretende que el inversionista crea que la deuda pública global, que está contratada en dólares, se ha reducido en términos real, sólo porque la tasa de cambio ahora es menor. Es cierto que, en el muy corto plazo, se tendría que buscar menos pesos para pagar la deuda, pero resulta que esa deuda está contratada para el largo plazo, y como el peso esta muy apreciado, lo que no es sostenible en el tiempo, el pretendido beneficio no es duradero. Pero si lo vemos como un porcentaje del PIB el asunto se le complica, el amigo economista debe saber que la tasa de interés real de la deuda, incluyendo la del Banco Central, en la actualidad es muy superior al crecimiento del PIB real. Es lo contrario, la deuda global aumenta. Es una ingenuidad intelectual o se trata de ocultar la realidad? Quiero pensar en lo primero.

Por otro lado, es su deber decirle al inversionista, si es que no quiere ocultar información, que en el corto plazo el gobierno recibe menos pesos por los desembolsos de préstamos externos contratados, y que en la aduana también se recibe menos pesos cuando se liquidan las importaciones, es decir, no debería detenerse en el lado de la moneda que le gusta o le conviene, porque el inversionista reacciona negativamente cuando se le desinforma, exige transparencia todo el tiempo y bajo cualquier situación. Con motivo de la fuerte apreciación del peso, y a diferencia de lo que dice el amigo economista del Banco Central, la deuda real de la Institución, por ejemplo, ha aumentado, de dos mil millones de dólares en agosto de 1994 a más de cuatro mil millones de dólares a febrero del 2005. Eso lo sabe el inversionista, eso es lo real, lo demás es ilusión monetaria.

Para que no se desate una risota, le aconsejo que no le haga el cuento ingenuo de la reducción de la deuda pública a los acreedores bilaterales del país, ni que incorpore sus brillantes cálculos en el «due dilligences» que exige la Bolsa de New York para la renegociación, como tampoco en el documento «Memorándum de Oferta», que deberá presentarse a los tenedores de bonos, para que acepten nuevos términos de amortización del capital y los intereses, y para que estén de acuerdo en capitalizar los US$447 millones de intereses vencidos. El amigo economista debe saber, porque maneja los números financieros del Banco Central, que son US$1,019 millones y US$1,513.3 millones lo programado a pagarse en el 2005 y 2006, y porque se aprecie el peso de la manera como él lo defiende, no es verdad que se pueda decir que el gobierno ha reducido la deuda global. Si esa es la estrategia que tiene el Banco Central para atacar el problema de la deuda, si convencieron al Señor Presidente de su viabilidad, entonces estamos mal, muy mal.

Por otra parte, también resulta altamente sorprendente escribir, o dejar dicho con lo que se escribe, que la solución monetaria que intenta el Banco Central es la vía, el amigo economista no puede citar un sólo país en el mundo donde se haya enfrentado con certificados de inversión y con éxito una situación similar. Las especulaciones en Malaisia, Corea, Filipinas, Indonesia, Tailandia, no se enfrentaron con reingeniería financiera, se hizo con políticas que buscaban resultados definitivos, en la mayoría de los casos no oyeron las recomendaciones del FMI y triunfaron. En esos países, donde sí han funcionado los mercados financiero y cambiario con cierto grado de independencia, a diferencia de República Dominicana, sin embargo no se cayó en la ingenuidad de citar sus bondades, ni se creyó que eran suficientes para la solución al problema de la especulación.

Aquí, sin embargo, tenemos a un economista del Banco Central que, además de apoyarse ciegamente en las metas y recomendaciones del FMI, en vez de tener un planteamiento profesional independiente, aúnque al final ejecute lo del FMI, dice confiar a ciega en las bondades de los mercados, vaya usted saber a cuáles se refiere, pero lo peor es que de inmediato se contradice, admite que se saca pesos del mercado para forzar la tasa de cambio, para que permanezca alrededor de RD$28/US$. Pero cómo es el asunto, se confía ó no en el buen funcionamiento del mercado cambiario? No pueden ser las dos cosas, escoja Ud. amigo economista; la sensibilidad del que observa desde afuera le dice que las autoridades no están confiando en el «buen funcionamiento del mercado», que son palabras huecas, porque entonces cómo se explica la política monetaria extremadamente restrictiva, política que también nos dice que el burócrata del Banco Central, pretende saber más que el mercado cambiario, porque coloca la tasa donde la quiere el político de turno, el que baja la línea, y no donde la quiere el mercado, porque el desempleo y la recesión así lo atestiguan.

Otra desinformación que atenta contra el precio correcto de la divisa y de la tasa de interés, y que contradice el «buen funcionamiento del mercado», es el intento de clasificar los certificados en buenos, malos y en menos malos, el inversionista entiende que existe un sólo certificado, con un precio y un interés, y que lo demás es maquillaje de información, y eso tampoco es bueno. También cuando quiere negar que el Banco Central se endeuda en dólares, y a una tasa mayor que la que puede conseguirse en el exterior, porque intencionalmente no dice que los certificados tienen como referencia el interés pasivo del Tesoro Norteamericano, más una prima de subasta. Además que los dólares que recibe de los inversionistas nacionales ó extranjeros, para poder emitir los certificados en pesos, se calculan a la tasa del día, y al devolver el principal y los intereses en pesos, el Banco Central tendrá que hacerlo a la tasa de cambio del día, corriendo con el riesgo cambiario. Dígame Ud. amigo economista, qué significa?

Paso a contestar brevemente al economista Luis Ml. Piantini, que no tiene nada de ingenuo, y de carácter profesional independiente. Creo que entre él y yó no hay contradicción, más bien énfasis en matices. Dice que yo le adjudiqué al déficit cuasi-fiscal del Banco Central la totalidad del aumento de los nuevos certificados. Si vuelve y lee mi artículo, se dará cuenta de que mi afirmación fue «principalmente» cuando me referí al conjunto de los certificados de inversión, porque mal pudiera yo decir que es en un 100%, cuando por experiencia él y yó sabemos que el Banco Central también tiene «otros causantes de déficits», que actualmente pudieran sumar entre el 5 ó el 10 por ciento del total, incluyendo intereses de los certificados de inversión emitidos para evitar monetización por aumento de reservas internacionales, de los depósitos remunerados de los bancos, entre otros. El orígen del crecimiento de los certificados de inversión puede que sea distinto, y de hecho lo es, por ser poco importante no lo discuto, e incluso con intereses diferentes lo que si tiene importancia, pero lo que no se puede negar de ninguna manera es que afectan negativamente el déficit cuasi fiscal, aúnque el interés sea menor.

Qué importancia tiene, para el déficit cuasi-fiscal y para el balance de la deuda del Banco Central, el separar de los demás los certificados puestos en circulación para aumentar a US$450 millones las reservas del Banco Central? En la práctica ninguna, es un ejercicio inútil, como quiera que lo pongan, se trata de un aumento del pasivo del Banco Central. Es más, si el amigo Piantini quiere ampliar su clasificación, pudiera agregar que los hay para pagar los intereses sobre el balance de los pasivos en certificados de inversión, porque él sabe que tan pronto se pagan los intereses de inmediato se pone a funcionar la máquina de recolección, de modo que en la práctica los intereses se están pagando con nuevos certificados. Otra clasificación, la de los certificados para reducir el medio circulante, que como él mismo admite en su trabajo, se hace para mantener bajo control la inflación, la tasa de interés y para extender los plazos de los certificados, que son los objetivos de la política monetaria. También podrían clasificarse en indexados al costo de la vida, los relacionados con el interés pasivo de la banca, y los que está ligados al interés del Tesoro de los Estados Unidos. Pero no hay que engañarse con clasificaciones, todos representan pasivos del Banco Central, que aumentan en mayor ó menor grado el déficit cuasi-fiscal, y eso no puede negarse, al final es lo que cuenta.

Los historiadores han establecido que no hubo esclavitud buena, menos buena ó mala, simplemente que hubo esclavitud, con todas sus consecuencias negativas económicas y sociales. Por igual, los certificados que aumentan el endeudamiento del Banco Central no admiten clasificación para decir que los hay buenos y malos, porque todos son malos e indeseables, se emiten sin una contrapartida de activos identificables, son de elevado costo para el déficit de la institución y para la estabilidad macroeconómica del país de corto y de largo plazo. Producen un espejismo de solución al problema fundamental, que engaña a los ingenuos y a los que se acomodan, y al final, demoran la respuesta correcta que surgirá tarde ó temprano, cuando las autoridades monetarias entiendan que existe un marco intelectual alternativo.

La preocupación es que se tiende a ignorar lo que en economía se conoce como «la fundamental falacia de la composición», que aplicado al caso del incremento de la deuda del Banco Central, implicaría que, antes la evidencia de que semejante política monetaria no conduce a puerto seguro, en cualquier coyuntura, que pudiera ser la electoral que se produce cada dos años, de repente el inversionista pudiera reclamar que se haga líquida su inversión, independientemente de cómo se haya originado el certificado, produciendo efectos perversos sobre toda la economía. Nuevamente se tendría que partir de cero, ofertando elevada tasa de interés, así como hizo el pasado gobierno, desapareciendo así de rápido la pretendida sostenibilidad de la deuda a que se refiere en su artículo el economista del Banco Central. Cuando el amigo Piantini afirma que «el Banco Central por sí solo no tiene mecanismos para resolver el problema del déficit», me da la razón, porque he repetido para que se me oiga, que la política no conduce a ningún sitio, porque el problema no tiene solución monetaria.

La diferencia, entre el punto de vista de Piantini y el mio, es que él se conforma con que el gobierno envíe al Banco Central los pesos que liberará la reprogramación de las deudas internas y externas y la apreciación del peso en el mercado cambiario. Al igual que el economista del Banco Central, el amigo Piantini cae en el error de considerar sólo un lado de la moneda, y no ve que la otra cara implica menos ingresos para el gobierno por impuestos y por desembolsos de préstamos, por lo que el efecto final podría ser positivo ó negativo. Mi percepción es que el balance podría ser negativo, porque debe tomarse en cuenta que por la recesión económica creada por la política monetaria, las ventas en el mercado nacional han caído de picada, al igual que el ITBS y el impuesto sobre la renta de las empresas y de las personas. Como consecuencia, y como sería difícil cumplir con los compromisos del presupuesto de la Nación, se sueña cuando se cree que el gobierno se va a desprender de recursos para enviarlos al Banco Central, a menos de un año de unas elecciones de medio término, a la cual apuesta para hacerse del control del Congreso Nacional.

Otra diferencia que tenemos es que sabe, y no lo quiere admitir, que con la política monetaria se intenta un maquillaje a un problema que requiere de una cirugía mayor, tampoco dice con claridad que no hay solución monetaria al problema, que es con recursos frescos del gobierno como se debe plantear la salida definitiva. Tampoco dice que para tal objetivo debió hacerse una reforma tributaria de más impacto, y que lamentablemente el gobierno perdió su momentum, agosto del 2004, y que ahora el problema es mucho más grave, porque habría que decirle a este pueblo que se debe sacrificar con treinta o cuarenta mil millones de pesos adicionales en doce meses, lo que se hace casi imposible. Aúnque no lo comparto, lo entiendo, porque son cosas desagradables, pero resula que el economista, al igual que el médico, no está para decir sólo las cosas agradables, al menos así pienso yo.

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