Política nacional y poder local

Política nacional y poder local

FIDELIO DESPRADEL
Durante décadas, marchando parejo con el proceso de debilitamiento de la izquierda y de todo lo progresivo, se ha impuesto la norma que desde los centros localizados en la ciudad capital es desde donde se dicta la política y se toman las decisiones importantes.

Así, a medida que los movimientos huelgarios de carácter nacional, convocados desde los centros nacionales de dirección, se fueron convirtiendo en la única actividad que expresaba que la izquierda continuaba «viva», se fue enterrando el concepto de poder local y de construcción política, desde lo local y sectorial a lo nacional. Todos los recursos que le fueron quedando a la izquierda y al movimiento progresista en general se conservaban para desplegarlos en las «grandes» asambleas, eventos o encuentros nacionales, y entonces, desde esta atalaya, convocar actividades o paros nacionales.

Y cuando este movimiento social y político progresista y de izquierda se encontraba frente a los distintos procesos electorales en los que le ha tocado participar, y ha tenido que decidir desplegar esfuerzos locales, en municipios, barrios y parajes, los resultados han sido exiguos.

Pero resulta que en lo local es donde puede expresarse concretamente la justeza de una acción política, y es desde el espacio de lo local, desde donde puede impulsarse una política dirigida a modificar la correlación de fuerzas, que desde décadas, ha beneficiado casi absolutamente a las fuerzas sociales y políticas sustentadoras del actual modelo de sociedad.

Ahora, cuando se hacen ingentes esfuerzos por definir, y llevar a la práctica, una política de convergencia de fuerzas ciudadanas, sociales y políticas, con miras a cambiar la correlación de fuerzas y luchar por desplazar del poder a las cúpulas políticas y sociales que lo han detentado desde décadas, rescatar el concepto de lo local, y del poder local, es fundamental para poder impulsar una acción política realmente significativa.

Con muchos esfuerzos, podemos llegar a definir una política de convergencia acertada, y podemos, como ha venido ocurriendo, unir cada vez mayor cantidad de núcleos, fuerzas organizadas y ciudadanos, alrededor de una propuesta de este alcance y naturaleza. Podemos, además, encontrar las formas adecuadas para romper el cerco mediático y lograr que dicha política encuentre eco en núcleos importantes de la población. Todo esto lo podemos y lo estamos logrando. Podemos también definir lo ejes sobre los cuales se expresa dicha política, en renglones tan importantes como la salud, seguridad social, educación, agua, energía, producción, empleo, inflación, política alimentaria, y así muchos otros campos por los que fluye cualquier programa alternativo.

Pero cada una de estas formulaciones, por más certeras y documentadas que se presenten, es en el nivel local o sectorial, convirtiéndolas en programas para cada localidad, donde pueden «hacerse carne», y lograr compactar a una población local, ávida de caminos para resolver sus problemas concretos.

De manera que es lo local (sea sectorial, barrial, municipal, o por sección o paraje) donde los discursos políticos adquieren corporeidad; donde se «hacen carne», donde se someten a la prueba de fuego ante cada conglomerado social concreto.

Esta visión va pareja a la que nos enseña que lo local no puede desarrollarse desde las direcciones nacionales. Todo intento en esta dirección es fallido. Las políticas y discursos nacionales son necesarias y crean el marco adecuado. Constituyen una referencia, y además, contribuyen a darle dimensión nacional a toda lucha o esfuerzo local, pero por más brillante y acertada que sea la acción desde lo nacional, no puede, en ningún caso, economizarnos lo que es fundamental, como lo es el surgimiento de movimientos, discursos concretos, y liderazgo local. Además, cuando un gran esfuerzo político va alcanzando el desarrollo de sólidos liderazgos locales, sustentados en la acción concreta en cada localidad, entonces es que podemos afirmar que estamos desarrollándonos sobre sólidas bases.

En estos momentos, cuando estamos inmersos en un esfuerzo, no sólo por definir una política de convergencia de ciudadanos y ciudadanas, y de organizaciones sociales y políticas, sino también por superar la visión de las elecciones como «una coyuntura», después de la cual viene «la normalidad»; en estos momentos, repito, es fundamental que trabajemos con tesón todo lo relacionado a lo local y al poder local; lo relacionado a los programas locales, a las luchas locales y a los liderazgos locales.

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