Política social de Estado

Política social de Estado

FERNANDO I. FERRÁN
Una y mil veces se ha dicho y repetido que el Gobierno dominicano no cuenta con política, sino con remiendos sociales. No la tiene ni el gobierno actual ni los pasados, y de ahí mi interés particular en los objetivos de desarrollo del milenio. Resultado tangible de la cumbre celebrada en Nueva York en septiembre del año 2000, esos objetivos están llamados a ser el punto de partida de una política estatal más coherente, solidaria y sistemática.

La razón es bien sencilla: gracias a ellos podemos discernir, no sólo cuál ha sido el desempeño nacional en el campo social, sino qué hay que hacer y cuánto cuesta alcanzar los propósitos concebidos como fundamento de este nuevo milenio.

Al día de hoy, ¿cuál ha sido el desempeño nacional en términos de consecución de los ocho objetivos y sus 18 metas?

Algunas cifras tomadas al azar del «Informe de avance de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, República Dominicana 2004», elaborado por el sistema de Naciones Unidas en el país con el respaldo de las autoridades gubernamentales y de integrantes de diversos sectores de la sociedad, traslucen el pobre desempeño en la materia. Por ejemplo:

-Al carecer de los ingresos necesarios para adquirir una canasta básica, el 28% de la población vivía en condiciones de pobreza extrema en el año 2000 y 33% en 2003. Concomitantemente, el 27% de la población permanecía desnutrida durante el período 1990-1992 y el 25% en los años 1999-2001.

-Las tasas de asistencia escolar muestran que cerca del 15% de la población de 6 a 13 años no asistió al nivel básico durante el año escolar 2001-2002 y que sólo el 53% de la cohorte de estudiantes que ingresó al primer grado logró graduarse de octavo curso en 2002.

-La mortalidad materna en el año 2002 se situó en 178 muertes por 100 mil nacidos vivos, a pesar de que el 97% de las mujeres embarazadas recibieron atención prenatal y sus partos fueron institucionales.

Pero que esas y muchas otras cifras análogas no nos desorienten. Poco conseguiremos si nos limitamos a criticar las deficiencias actuales, mientras desconocemos qué hay que hacer y cuánto cuesta alcanzar para el año 2015 que todos los niños y las niñas dominicanas completen la primaria; o bien, reducir a la mitad los niveles de pobreza extrema y de hambre, disminuir la mortalidad materna en dos tercios, incorporar los principios del desarrollo sostenible en la agenda nacional y realizar otras tantas metas inherentes a cualquier agenda social.

Precisamente, para conocer cuánto nos cuesta alcanzar las metas correspondientes a cada uno de los objetivos del milenio, más de un centenar y medio de técnicos de diez secretarías y dependencias estatales, además de personal de la sociedad civil y de las agencias de Naciones Unidas en el país, laboran desde hace más de cuatro meses en lo que se denomina el proyecto del milenio. De hecho, República Dominicana es uno de los ocho países pilotos a nivel mundial que participan en ese estudio de evaluación de necesidades y análisis de costos para alcanzar los propósitos constitutivos de la Declaración del Milenio.

En el contexto de dicho proyecto no se dice: tienen esta suma de dinero disponible, hagan lo que puedan; sino, para alcanzar las metas propuestas, digan qué intervenciones se necesitan y, de acuerdo a su análisis de costo, cuánto cuesta ejecutarlas. ¡Ah!, cuánto cuesta ejecutarlas en un período de tiempo de diez años, es decir, indiferente y no limitado por un cuatrienio presidencial.

Debido a ese simple cambio de enfoque metodológico, el país cuenta con un proceso participativo de planificación multisectorial y sistemático. Por supuesto, reconozco voluntariamente que cuenta con él siempre y cuando el trabajo técnico que concluye a finales de este mes goce del respaldo político de las autoridades y de los líderes nacionales. Sólo así República Dominicana contará en breve con una política social estatal y libre de los remiendos que zurcen entre sí y desde tiempo inmemorable el clientelismo, las improvisaciones y la rebatiña partidista.

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