Política y amarre

Política y amarre

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
En uno de los cuentos de “El llano en llamas” Juan Rulfo usó dos personajes: uno recuerda las promesas que hizo el Gobernador, la última vez que visitó la zona, ninguna de las cuales fue cumplida.

Con esas promesas ocurrió lo que con la reforma agraria que otro cuentista mexicano, en “Cuando Cárdenas nos dio la tierra” (se refiere al presidente Lázaro Cárdenas) relata que toda una amplia zona de la región le fue entregada a los campesinos en una acción patriótica y humana del mandatario.

Cuando los campesinos fueron a tomar posesión, los terrenos que les entregaban comenzaban justo donde terminaba la zona de gran feracidad (feracidad, no lo corrijan, por favor. bgp) y comenzaba el desierto ¡era la tierra que les entregaban: el desierto.

El doctor José María Velazco Ibarra, político ecuatoriano que fue presidente de su país cuatro o cinco veces, en uno de sus discursos de campaña dijo a la multitud: “si me eligen presidente, construiré un puente sobre el río”.

Del fondo de la manifestación grita un indito: “doctor aquí no hay río”, a lo que contestó imperturbable el candidato: “pues les vamos hacer un río y un puente”.

Las promesas y los muertos de campaña se olvidan con pasmosa facilidad y velocidad.

Entre el dolor de unos, el llanto de los familiares, la desilusión de los perdidos y la euforia, risas, esperanzas de los ganadores, se pierden tantas cosas que es preciso señalarlas de antemano, cuando sea posible.

El presidente Leonel Fernández actúa de manera inteligente para sus planes: promete, ordena, dice, pero no resuelve uno de los grandes problemas nacionales.

Ya un dirigente del Partido de la Liberación Dominicana y del gobierno sugirió que dejen de echar la culpa de los problemas a la administración del ingeniero Hipólito Mejía; que se pongan a trabajar.

Mientras se insiste en dividir el país entre nosotros y los otros, mientras se lanzan veneno, rayos, centellas y víboras por la boca, se dice que hay la intención de buscar la unidad del país para enfrentar de manera conjunta los que son problemas de todos.

Eso suena muy bien. Esas palabras del presidente Fernández se parecen a las del doctor Velazco Alvarado, cargadas de buenas intenciones, como el camino del infierno.

Mientras se reclama respeto al medio ambiente se despuebla de árboles uno de los pulmones de la ciudad, pero se cortan árboles de madera preciosa sobre cuyo destino final las autoridades deben informar al pueblo.

El presidente Fernández anda como un prestidigitador sacando conejos del sombrero mientras ofrece la construcción de obras en una y otra provincia, en una obvia demostración de que ascendió al poder, de nuevo, sin un plan de prioridades.

Ahora es cuando él y su “equipo” se inventan el hilo en bollito, pero ¡ojo con eso! el Presidente y su equipo no tienen un pelo de tontos: ofrecen obras para ayer, hoy y mañana, en un intento de amarrar el voto electoral comprando la conciencia del elector con promesas que se sabe son de dudoso cumplimiento.

Espérenlo, él va a seguir. Era que no tenían un plan de gobierno y ahora lo están elaborando, en la hora de la oferta vacía que brilla como el espejismo que engaña con un agua inexistente.

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