Cuando un ciudadano extranjero pide un visado de turista, uno de los requisitos para concederle la entrada es demostrar su arraigo en la sociedad donde vive. En materia documental, estas pruebas serían: contratos laborales, títulos de propiedad, acta de matrimonio, matrícula de un vehículo, entre otros. Normalmente, si no se puede presentar alguna documentación de esta naturaleza, se rechaza la solicitud.
Lo mismo ocurre en el liderazgo político. La trayectoria de un líder se nutre de varios elementos, entre ellos aspectos como el carisma, capacidad de oratoria y comunicación, estrategias de mercadeo y publicidad, alianzas, trabajo político de territorio, y arraigo social, etc. Este último es quizás de los más importantes, y lamentablemente, de los más descuidados por la clase política.
En el caso de los dirigentes políticos que llegan a una posición gubernamental, por ejemplo, existe cierta tendencia a desconectarse de las bases y sectores que auparon su carrera hasta ese momento. Es un fenómeno global. Por eso vemos que muchos de estos, sometidos a la presión de crisis coyunturales, propias del ejercicio del poder, tienden a ser objetos de críticas (válidas y otras provenientes de la desinformación), y no son defendidos por quienes en algún momento construyeron un proyecto juntos.
Dos casos nos pueden servir de ejemplo: Justin Trudeau y Donald Trump. El primero, quien fuera Primer Ministro de Canadá por 10 años, en su momento más difícil, no tuvo quien lo defendiera ante el asedio de sus críticos y la oposición política. Su desconexión con su base lo llevó a renunciar. El segundo, que está próximo a juramentarse por segunda vez como Presidente de los Estados Unidos, luego de cuatro años de sometimientos judiciales, campañas de descrédito y hasta un intento de asesinato, salía más fortalecido.
Trump nunca se alejó de su base política, social, ni de sus principales aliados. Al contrario, fue creciendo en apoyo, ampliando sus estructuras. En los años posteriores a su primer mandato, tomó prácticamente el control del Partido Republicano. De igual manera, aumentó sus alianzas con medios de comunicación que simpatizaban por su causa, llegando incluso a generar lealtades como las de Elon Musk, Dana White y Joe Rogan. A nivel territorial, desde bomberos, policías estaduales, veteranos de guerra, juntas de vecino, equipos deportivos, iglesias, empresarios y personalidades del mundo del entretenimiento, su arraigo social incrementó significativamente.
En República Dominicana pudiéramos mencionar casos como el de Trudeau y el de Trump. Pareciera hasta raro que a veces funcionarios designados y electos que hacen su trabajo son objeto de fuertes críticas. Cuando uno analiza caso por caso, los une un denominador común: ausencia de arraigo social. De ahí viene el rechazo…