“Nunca aprendí nada de quienes siempre me dieron la razón” Simón Bolívar.
¿Hasta que punto, se debe ser leal? Con nuestra interrogante, no queremos restar importancia a este valor moral, lo que quiero significar, es que no puede estar por encima de otros valores. La lealtad que le debemos a alguien, decía un célebre soldado británico de nombre Liddell Hart, “Es una cualidad noble e imprescindible, pero siempre y cuando no anule la lealtad que le debemos a la verdad y a la decencia”.
¿Alguna vez, nos hemos detenido a pensar si realmente vale la pena degradarse al punto de perder, e incluso, la dignidad , valores fundados, principios éticos, filosóficos e ideológicos, sencillamente por mostrar una lealtad excesiva que únicamente conduce al descredito, irrespeto, y desconsideración por parte de sus iguales? ¿Ser leal a un político, significa encubrirle sus errores, debilidades y desaciertos en un momento determinado?¿Reír a mandíbula batiente ante cualquier ocurrencia que le dañe, le haga perder popularidad y afecto ante la población, es sinónimo de que le queremos y respetamos?
Si durante los procesos eleccionarios pasados, en que participó el expresidente Hipólito Mejía, hubiese tenido al menos una persona que le oriente ante sus comentarios irritantes hacia la población, otro gallo hubiese cantado. Es lamentable decirlo, pero Hipólito, se rodeó de todo menos de personas leales. La lealtad no significa dañar a otros en nombre del líder, tal y como ocurre hoy en algunas esferas del PLD; básicamente en la juventud, y aquí quiero hacer una significación “El hecho de que usted tire lodo contra compañeros de su misma organización política, levante ignominias, atropelle, escarnezca y mucho más, no significa que usted sea más o menos leal que quien mantiene un espíritu de unidad y concertación.”
El exceso de lealtad, es sinónimo de inseguridad, vacío e intranquilidad del espíritu. Al final del camino, quienes muestran ese tipo de desorden emocional, terminan siendo excluidos de los entornos más íntimos. Es mejor valorado, quien dice las verdades y pone de manifiesto sus emociones, que quien actúa como agüizote.
¿Considera usted, que el hecho de enemistarse con los demás, calumniar, difamar por las redes sociales y demás medios tradicionales, en una supuesta defensa del candidato de su preferencia, le garantiza una mejor posición en un futuro gobierno dentro la organización política en que usted milita?
¿El hecho de que usted diga atrocidades de uno o varios compañeros, evitará que mañana el expresidente Leonel Fernández, sea presidente nueva vez de la república, o Danilo Medina repita en la posición? ¡No, eso no depende de usted, ni de su comportamiento y actitudes antes los demás!
Antes de dañar, dividir, incitar al caos, detente y reflexiona. Hazte una revisión introspectiva y pregúntate ¿En qué me suma eso como ser humano? ¿Con esa actitud, aporto algo al conglomerado que pertenezco?
Y para aquellos que aún entiende, que el exceso de lealtad es una herramienta viable en el logro de los objetivos, les recuerdo, que en política y es una opinión muy personal, solo se llega de tres manera: Mediante la acumulación de trabajo, aporte de cuantiosas sumas económicas y el endoso de un capital social por parte de un familiar, amigo o relacionado, todo lo otro es puro cuento.