Política y marginalidad

Política y marginalidad

La desigualdad entre quienes tienen algo que perder y los que no tienen nada que perder, ni siquiera la vida, ha sido una causa permanente de desajuste, de conflictos.
Esa diferencia ha sido una preocupación constante de los que mandan, quienes imponen una “paz” que los beneficia, aunque no disminuya la distancia entre unos y otros.
De ahí las reformas en la propiedad de la tierra pues quienes se apropiaron de toda la tierra buena luego, como migaja, disponen reformas agrarias para darle a los más un caramelo, muchas veces envenenado.
Es conocida la frase “pan y circo” acuñada cuando la población marginada, se avecindó en Roma, a trabajar en la construcción de la capital del imperio y pasado el auge de la construcción se quedaron en la ciudad sin un oficio fijo, remunerado, que les permitiera vivir.
Entonces un político astuto pensó que era preferible dar al pueblo, además de un mendrugo de pan, un poco de diversión, para que entretuviera sus instintos animales, ahí surgió el espectáculo, el circo, en el cual los hombres peleaban uno contra otro y, además, tenían que pelear contra animales salvajes.
Así se desvió el problema, se intentó resolver el abismo, la brecha, la diferencia entre ricos y pobres. Los ricos, en busca de mantener sus privilegios decidieron adormecen al pueblo de uno y otra forma.
Con una y otra modalidad, llegamos a la actualidad y vemos que, en Estados Unidos, la sociedad más rica de la historia, se crearon los programas de atención médica gratuita, de educación universal y de bonos para comprar comida.
Esas y otras modalidades se han extendido por el mundo y los que no tienen nada que perder, sabiamente, se sacuden de fantasmas morales que los señalan por la apropiación, histórica y permanente, de los bienes colectivos, en beneficio de una clase minoritaria y en perjuicio de la mayoría
Son los marginados, los preteridos, los de abajo, quienes cargan sobre sus hombros el andamiaje del edificio de la democracia. Los más, los que no tienen nada que perder, cumplen con el papel de comparsas, de polichinelas, en una fiesta en la cual se aparenta vivir en un régimen donde se gobierna, con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Ello, bajo el entendido de que el “pueblo” está formado por senadores, diputados, alcaldes, puestos a los que se accede mediante una inversión que produce beneficios cuando la persona es elegida y entra a formar parte de los que no tienen nada que perder. Mientras, se les ofrece, se les habla, de los allanta para que crean que son parte de la democracia cuando su papel es el de justificar, legalizar, el gobierno de quienes tienen algo que perder.

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