Hay un rompecabezas, metido en la conciencia colectiva de los dominicanos. Y es que ¿vale la pena estar todo el tiempo en campaña política? Abunda gente que dice estar harta de política.
Cuando la gente del 30 de Mayo rompió el ritmo de la dictadura trujillista, surgieron muchas cosas nuevas; entre ellas, el libre juego de ideas. La opinión pública abierta, con pasiones o sin ellas. Y de ahí, se pasó a otras libertadas que afectaron, en verdad, la libertad naciente. ¿Cuáles? El permiso demagógico para que turbas se apoderaran de edificios pertenecientes a gentes que fueron familiares de Trujillo… y de otros edificios más. Y que arrabalizaran varios sectores de la capital dominicana.
Es que la gente está soltando de su coleto la represión a la que estuvo sujeta por tantos años, decían quienes propiciaban la toma de posesión de propiedades ajenas.
Y a ellos se sumaron algunas leyes medio demagógicas, que iban y van en perjuicio de propietarios de casas y apartamentos; porque no fue poca la gente que se apoderó de propiedades ajenas, teniendo como lema de aquí no me saca nadie.
Y luego el tema ya gastado de los padres de familia: oportunistas que, después de hacer lo que no debían, pretendían y pretenden despertar sentimientos humanos a favor de sus fechorías.
La política, aunque dicen que es una ciencia, es en la mayoría de los casos una conveniencia de gentes y bandos, que imponen reglas… al noble y sufrido pueblo dominicano (como solía decir el bueno y cívico Viriato Fiallo Rodríguez, en sus días de gloria cívico-política, antes de que las pasiones desbordadas asesinaran a un correligionario suyo: Ángel Severo Cabral.
Ya que las pasiones que despertaron las elecciones presidenciales recientes están pasando, ¿no sería bueno que se legislara, para volver a juntar las elecciones congresuales y municipales con las presidenciales?
Porque es mucho el tiempo y dinero que se gasta, estando en campaña política, ¡todos los días, meses y años!