Política y religión

Política y religión

En el Antiguo Testamento Dios prohibió a sus sacerdotes poseer tierras y cosas materiales. Su misión era el altar y la Ley.
Abraham rechazó el tesoro del rey Quedorlaomer para evitar contaminar lo que Dios le había dado.
José, Esther y Daniel no buscaron el poder. Dios los estableció mediante la anuencia de los reyes a quienes sirvieron.
Dios pudo poner a Moisés como rey de Egipto, como lo hizo con José, pero no era su plan. La liberación era espiritual y no política.
Los profetas sirvieron a su país, pero proclamando la Ley y la Palabra desde cuevas, montes, calabozos, cisternas, desiertos y casas ocultas.
En la época de Acab los 850 profetas que ocuparon posiciones en el Estado fueron los falsos, los que servían a Jezabel comiendo y bebiendo en su mesa y recibiendo sus favores. Elías, que era el verdadero, era perseguido junto a otros que estaban escondidos.
Jesús dijo que su reino no era de este mundo. Ordenó a sus discípulos ocuparse en lo espiritual y no en la restauración política de Israel.
Constantino dio libertad a la religión, pero corrompió la iglesia hasta el día de hoy. Los países donde la religión está ligada al Estado, lo malo que ocurre se lo atribuyen a sus ministros y al dios que sirven.
Después de muchos años de experimento, la mayoría de los Estados del mundo han establecido en sus constituciones la separación entre el Estado y la iglesia.
Un pastor como juez en una nación, si un homesexual siente que alguien ha violado sus derechos, una vez le sean reconocidos, debe juzgar a su favor reivindicándole sus prerrogativas.
El único lugar donde la Palabra puede ser proclamada y vivida con toda libertad es la iglesia.

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