Políticos autistas

Políticos autistas

ROSARIO ESPINAL
Prometieron democracia para elegir candidatos a puestos electivos pero han seleccionado al dedillo algunos aspirantes.  Hablaron de voto directo pero han designado sin concurso varios de los principales candidatos. Recurrieron a las famosas encuestas para certificar la candidatura de los populares.

Han negociado alianzas con un tablero de puestos para calcular mejor las ganancias. Los más altos dirigentes se han reservado posiciones importantes para ofertarlas en subasta. Ha sido el último acto de descaro. Así es la nueva democracia partidaria.

Diariamente, los políticos aparecen en los medios calculando sus ventajas. Actúan como si el pueblo fuera estúpido e irrelevante. Olvidan que aunque sea de calmante, la gente quiere oír de planes y objetivos, promesas y resultados.

En vez de esperanzas, resuena en la calle una letanía de problemas conocidos. Mucha gente percibe un futuro nebuloso al decir que el país va por mal camino. Corrupción, falta de empleos, desorden migratorio, déficit energético, hospitales destartalados, escuelas sin conocimiento, impuestos, criminalidad, metro a la carrera y una isla artificial son las principales quejas.

Hay que castigar la corrupción, se escucha todavía decir a funcionarios del ministerio público. Hay independencia judicial, repiten los jueces del tribunal supremo. Hay que combatir la corrupción, proclaman esporádicamente algunos desde palacio.

Realidad: adiós anticorrupción, borrón y cuenta vieja, no irán a la reja ni los nuevos ni los viejos, para eso hay chantajes y acuerdos.  Los expedientes de robo que harían temblar la tierra se los tragó la tierra.

El problema es el desastre que dejó el gobierno anterior, dicen unos. Son culpables los funcionarios de bancos quebrados, dicen otros. Responsable es el actual gobierno, claman otros. Todos son actores de la obra en cartelera: “Autismo Político”.

La pobreza no se acabará repartiendo tarjetas.  La riqueza no es sólo producirla, es también distribuirla.

El crecimiento económico con mucha desigualdad es parte de la historia nacional, pero ahora se documenta mejor con tablas y gráficas ilustradas.

La estrechez y el desconsuelo llevan a muchos dominicanos a abordar el avión del adiós o las yolas de la desesperación.

Predomina una economía de plantación de muchos obreros, poca tecnología, bajos salarios y desamparo legal. Por eso permiten tantos haitianos empobrecidos y desprotegidos para cultivar la caña, el café, el arroz, edificar, o hacer cualquier otro trabajo de bajo pago.

Control de frontera, repatriación, invasión. Oiremos hablar de eso por mucho tiempo sin que se resuelvan los problemas. Y que no culpen los de afuera; no es una conspiración internacional, es la sobreexplotación y la corrupción de fabricación local.

¡La luz! Contratarán técnicos extranjeros para evaluar la situación y proponer solución a largo plazo. ¿Y quedan plazos?

Hasta los países de Centroamérica, abatidos por años de guerra, ofrecen más luz a sus habitantes. En República Dominicana firman contratos, traen expertos, capitalizan, privatizan y de nuevo estatizan, pero no se alcanzan soluciones. Vale preguntar, ¿cuánto será el monto de las pérdidas por robos y comisiones en las transacciones eléctricas, y quiénes se han beneficiado?

¿Más impuestos? El gobierno entero quiere dinero: el central, el congreso, la justicia, los ayuntamientos, y hasta la JCE para establecer el (innecesario y riesgoso) voto electrónico.  También quieren dinero los partidos para subsidiar con recursos del pueblo sus campañas patéticas.

Los empresarios se pelean con el gobierno y entre ellos para no pagar más impuestos. Unos acostumbran a evadirlos, otros negocian tasas preferenciales, y los más honestos pierden en la competencia. Al final, todas las cuentas se pagan con las contribuciones que el gobierno y los empresarios le imponen al pueblo.

La gente repite en las encuestas que desea mejores servicios de salud, educación, electricidad y empleos. Pero el gobierno mantiene en agenda una isla artificial de cuentos.  Supuestamente traerá muchos millones de inversión privada y creará empleos. Suena tentadora la oferta de convertir un pedazo de mar en tierra para luego venderla.

Pero dejando de lado el impacto ambiental, la historia, la nostalgia, o el contrato desventajoso, razones válidas para descartar la propuesta, hay que preguntar: ¿De dónde vendrán los inversionistas a comprar las nuevas tierras? ¿Qué compañías tan pujantes se radicarán en la isla? ¿Qué negocios harán? ¿Serán bancos especulativos u hoteles llenos de casinos para entretener a turistas que anclarán por varias horas? ¿O  es que se lanzará desde ahí la nueva reconquista?

Mientras tanto, las balas perdidas siguen a la orden del día.  Alcanzan hasta niños diminutos. Se quedan ciegos y paralíticos. Hay urgencia de controlar el porte de armas pero se hace muy poco al respecto. Mientras tanto, las armas, las drogas y los juegos de azar destruyen progresivamente los más diversos rincones de la geografía nacional.

¿Es que no se dan cuenta los políticos de su autismo?  ¿Es que más puede el interés personal y grupal que el compromiso social?  ¿Con qué trompeta oirán la alerta?

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