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Estamos sufriendo una decadencia que abarca todo los aspectos de la vida nacional, por la existencia de un tipo de político vividor, sin entrañas, que se refugia en un cargo electivo o no y que la gente señala como vendido a los peores mercaderes de la nación. Son verdaderos mercenarios de la política, que en su afán de lucro, pretende en convivencia con los más significados ciudadanos corruptores del país, hundir la nación en la peor podredumbre de este siglo.
La lucha política civilizada en la república dominicana, da pena decirlo, ha dado paso a la descalificación personal, al ultraje y a la querella temeraria que en muchas ocasiones ha contado con el respaldo de algunos sectores de la justicia, pero por fortuna la opinión pública serena y escrutadora sabe distinguir la verdad de la calumnia y la falsedad que tratan de imponer los mercenarios de la política.
El escándalo mayor, la podredumbre máxima está entre algunos legisladores y regidores de algunos Ayuntamientos, no tenemos pruebas contundentes pero terminaremos encontrándolas y es lo que enfurece al común de la ciudadanía, lo fácil que determinamos grupos de sus representantes ganan cuantiosas sumas con su cotidiano tráfico de influencias y abuso de poder.
Existen empresarios que compran favores de determinado tipo a fin de conseguir turbios propósitos, pero a pasar de todo no pueden dormir tranquilos, porque más tarde o más temprano el peso de la ley caerá sobre los compradores politiquillos y los vendedores de conciencia e influencias, y, el juicio que se ventila en los tribunales actualmente es un ejemplo, que, debería de servir de escarmiento, pero “ante la situación de crispación que vivimos” los que somos víctimas de los políticos mercenarios, la confianza en un futuro mejor para nuestro país, nos da fuerza para saber tener paciencia, como ya hace mucho tiempo Alejandro Dumas, lo señaló “toda la sabiduría humana se puede encerrar en estas dos palabras. Confiar y esperar”.