Políticos del Siglo XXI

Políticos del Siglo XXI

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los dominicanos estamos siendo testigos, en esta peculiar campaña electoral, de cómo muchos políticos que por años han estado actuando en los diferentes escenarios, ya sea como gobierno o como rabiosos opositores, desaparecerán del panorama nacional, ya que sus repetidas ofertas, análisis y críticas han perdido su impacto y credibilidad y el ciudadano espera algo distinto de una clase que no ha estado a las alturas de las necesidades nacionales.

La mayoría de los ciudadanos que se han enrolado a la política, lo hicieron cargados de buenas intenciones y de muchas ilusiones para trabajar por el país, pero en el transcurso de los años tal idea se ha desvanecido para dar paso a un vulgar oportunismo en la cacería de puestos para enriquecerse. Ahora se atrae lo menos recomendable de la comunidad para dedicarse de lleno a la política vulgar como nunca se había visto, comparable a lo que ocurrió en Cuba en los primeros años de la década del 50.

La clase política se ha desacreditado de mala manera y de ahí la pobre calidad de las diversas administraciones, ya que se incorpora a los gobiernos a los que más lucharon por el candidato ganador, ya fuera por su activismo en las calles o por la generosidad de sus aportes para verse recompensados con elevados puestos en donde llevan su ineptitud y originan desaciertos serios que obligan a reemplazarlos o trasladarlos a donde hagan menos daño. La rapacidad en el fervor partidario, de los que en las pasadas cuatro décadas han estado al frente de los destinos nacionales es de leyenda, y si se fuera a cuantificar la enorme cantidad de dinero dilapidado, no solo que ha ido a parar a los bolsillos de los políticos, sino en el dinero mal administrado por la incapacidad en ejecutar los proyectos y lo mal invertido en los mismos, muchos inducidos a veces por sectores extranjeros buscando comisiones fáciles para los interesados. La suma resultante de esa cuantificación habría elevado el ingreso per cápita por lo menos al doble de los que en la actualidad, es de unos 4 mil dólares anuales.

Mientras el país sube, la clase política baja y el notable incremento de las actividades empresariales, el florecimiento de tantos centros de estudios superiores y de alta tecnología, aparte de cómo el turismo se ha convertido en el sostén de la economía, habla a las claras del dinamismo privado de la ciudadanía, que tiene que soportar a una clase política desfasada y enquistada en sus patrones de antaño de buscar los cargos para enriquecerse, sin aportar nada al desarrollo nacional. Nuestro desarrollo ha sido a empujones y con muchos tropezones. De ahí que hay proyectos impostergables que se dilatan varios años para llevarse a cabo y ocasionan tropiezos a otros sectores, siendo el ejemplo más palpable, de intereses encontrados para beneficio de los políticos, el mejoramiento de las comunicaciones viales con las playas del este del país y la capital.

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