¿Políticos que quieren serlo sin politiquear?

¿Políticos que quieren serlo sin politiquear?

Estoy en desacuerdo con los políticos que recriminan a líderes de asociaciones empresariales o voceros de la sociedad civil, cuando estos hacen cualquier pronunciamiento sobre asuntos de interés comunitario, reclamándoles que si quieren politiquear deben hacerlo abiertamente desde algún partido.

Y mi desacuerdo es porque cualquier simple ciudadano, sea líder empresarial o comunitario o sindicalista, por el simple hecho de ser dominicano tiene derecho a participar en el debate público de los asuntos nacionales.

Pero aparte de esto, quizás los políticos tienen demasiado temor de perder su control del proceso político por causa de que muchas veces esos ciudadanos apartidistas, o aparentemente sin partido, sintonizan mejor con sectores de la población que los propios políticos.

Ese temor de los políticos no debería ser. Nunca ningún grupo o candidato elitista desarraigado de las masas ha logrado en nuestro país ningún éxito electoral.

Quizás el mejor ejemplo es el otro partido grande que surgió con fuerza después del desmantelamiento del Partido Dominicano de Trujillo, aparte del PRD, que fue la Unión Cívica Nacional (UCN), liderada mayormente por anti-trujillistas furibundos y derechistas sin experiencia política. En esa época de efervescencia, muchos dominicanos tomaron partido por uno u otro grupo.

Entre los santiagueros que se integraron a la UCN con mayor entusiasmo y que luego incidieron en la vida pública desde distintas responsabilidades estuvieron el doctor Salvador Jorge Blanco, quien en 1961 tenía apenas 35 años de edad, y su amigo y colega Ramón Tapia Espinal. A Jorge Blanco se le encargó la secretaría general de la UCN en Santiago. El destino posterior de ambos, a quienes les tocó gobernar en distintas épocas, muestra cuántas vueltas da el mundo. La UCN terminó disuelta años después.

Ejemplos de lo que digo, que es difícil subir al poder electoralmente cuando el punto de arranque está parejo o cercano, son los casos de Jacinto Peynado, Maribel Gassó, Donald J. Reid Cabral, Carlos Morales Troncoso, José Antonio Najri, Luis Manuel Bonetti. Todos distinguidos ciudadanos procedentes de la clase alta, con capacidades extraordinarias para servirle a su país, han padecido la dificultad que representa carecer del olor a pueblo que luce imprescindible para politiquear con posibilidades de triunfos electorales. Podrán servirle a la patria, pero ¿aspirar?

Aún así los políticos son anti-elitistas, como si hubieran motivos reales para temerles a quienes no desean sustituirlos sino que trabajen mejor.

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