Políticos y capacidad de gestión

Políticos y capacidad de gestión

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Los políticos dominicanos suelen carecer de una herramienta tan importante para la dirección de un país, como es la habilidad gerencial o la capacidad de tomar decisiones adecuadas en todos los momentos. No creo, pensando bien esta cuestión, que se trate de una debilidad exclusiva de los líderes dominicanos.

Uno tiene la impresión de que se trata de un fenómeno que cruza toda nuestra América Latina. Nuestros políticos suelen concentrar sus talentos en la política misma, en la búsqueda de patrimonio electoral, de confianza o aceptación. Este es un hecho que me parece fatídico y que lesiona los intereses de la mayoría, intereses que ordinariamente no son los de la política. Digamos que esta es una debilidad de la democracia latinoamericana y dominicana.

Los rectores de los Estados hemisférico tienen pocas habilidades gerenciales. Ellos prefieren las que se consideran las prendas más rentables del político, que son la capacidad discursiva, la retórica, el histrionismo y un buen marketing político o «saberse vender». Sin embargo, cuando los políticos llegan a posiciones de poder en el Congreso Nacional, en el aparato judicial, en los municipios o en el Poder Ejecutivo, etcétera, la mayor parte de su tiempo tienen que invertirla en tomar decisiones, en delegar, en resolver conflictos, en sugerir salidas para problemas sociales de envergadura, en administrar recursos financieros escasos, en estimular a la población para que continúe hacia delante y participe en los proyectos de la nación. Pero ocurre que estos roles no pueden desempeñarse con eficiencia si quien tiene la responsabilidad de orientar y dirigir el país carece de las herramientas necesarias para envolverse en un adecuado proceso de toma de decisiones, si carece de los elementos básicos para examinar opciones, si huye de los conflictos y de las situaciones enrevesadas pero propias del manejo del Estado. Casi todos los libros, artículos y perfiles que se han publicado sobre el estilo de trabajo del presidente norteamericano Bill Clinton, sobre su capacidad para tomar decisiones, calificada de extraordinaria, destacan la impresionante habilidad de este inteligente y gozoso abogado para asimilar los detalles de los hechos que manejaba. Se hicieron proverbiales sus madrugadas viendo programas de paneles y noticiarios, mientras examinaba en detalles pilas de documentos oficiales sobre temas y asuntos del gobierno y de la gente. Muchos recordamos aquel articulo de Carlos Fuentes dando cuenta de la velada que sostuvieron él y Gabriel García Márquez, entre otros, con el Presidente Clinton. El literato mexicano destacó cuánto le impresionó la información y las observaciones que hacía el entonces inquilino de la Casa Blanca sobre diversos asuntos, incluyendo la buena literatura. Está otro caso muy notable, el del destacadísimo sociólogo, escritor y profesor universitario Fernando Enrique Cardoso, uno de los padres de la teoría de la dependencia. Cuando este ganó la Presidencia del Brasil, Mario Vargas Llosa escribió, con su acostumbrada elegancia y erudición, que el gran teórico carioca era el intelectual más puro que había llegado al poder en América Latina. Pero tal era la conciencia que Enrique Cardoso tenía de sus responsabilidades al frente del Estado brasileño que muy pronto declaró que él no había ido a la presidencia del Brasil a hacer teorías, sino a resolver problemas y a dirigir el gobierno. No es suficiente que los políticos se rodeen de un buen equipo de especialistas y de expertos en la administración pública. Ellos también, como líderes y marcadores de las pautas a seguir, deben preocuparse por manejar las herramientas mínimas, las imprescindibles, los procesos de gestión, la administración de recursos, la administración del tiempo y, sobre todo, los procesos que permiten tomar las mejores decisiones. El día que eso sea así, en América Latina tendremos partidos políticos mejor organizados, mejor estructurados, más eficaces y probablemente menos centrados en la rentabilidad política. Pero el mayor beneficio lo recibirían los ciudadanos como consecuencia de una administración pública diferente a la que tenemos ahora, mejor pensada y mejor servida.

bavegado@yahoo.com

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