Politizar la lucha anticorrupción

Politizar la lucha anticorrupción

ANTONIO PEÑA MIRABAL
Las autoridades del gobierno están investigando el desempeño de algunos funcionarios de la administración pasada a los que el rumor público señala como responsables de cometer actos de corrupción. Se ha anunciado que están en desarrollo más de treinta auditorías, con las que se persigue determinar hasta dónde está comprometida la responsabilidad de esos ex-funcionarios. La sociedad reclama al gobierno del doctor Leonel Fernández actuar con firmeza frente a este cáncer social, porque es irritante ver en las calles del país pasearse por éstas, sin la menor vergüenza, a quienes echaron el país al abismo. Y si anduvieran por ahí en perfil bajo, sin alharacas, quizás pasaran desapercibidos; pero no, andan en son de guerra, provocando y desafiando a las autoridades.

La irritación colectiva fuera menor y la decisión de la sociedad a que enfrenten la justicia no fuese tan determinante, si asumieran otra actitud. Pero así son ellos: arrogantes y prepotentes, presumidos dueños del país y sus instituciones.

El gobierno debe ser cauteloso con las auditorías que se están realizando. Debe evitar dejarse provocar por quienes no desean que se realice un trabajo serio en ese sentido. Lo que hemos visto hasta el momento es que quienes han tratado de politizar la persecución contra los corruptos, han sido los acusados y no los acusadores. Cuando ha habido una acción puntual del ministerio público sobre algún ex-funcionario o grupo de ex-funcionarios, han sido los acusados quienes han llamado a sus claques políticas, para en una especie de mutua sobre- protección, perturbar y desnaturalizar la acción judicial.

Ya se vio cómo con las bases del “glorioso” tomaron, en el pasado reciente, las instalaciones del juzgado que conoció las medidas de precaución contra los acusados del escándalo del Plan Renove, llegando al extremo de pasarle papelitos al juez que conocía el caso. Recientemente hubo un comportamiento similar cuando la oficina de un alto ex-funcionario del pasado gobierno fue allanada por las autoridades, y fue muy penoso escuchar de uno de los precandidatos a la presidencia del “glorioso”, en tono desafiante y amenazador, decir que el gobierno no tenía el valor de someter al pasado presidente, agrónomo Hipólito Mejía. Esa es la politización de la lucha anticorrupción, y el gobierno debe manejarse con inteligencia para evitarlo.

Las auditorías que se están realizando pueden servir de base para el castigo a los corruptos, o simplemente prestarse al juego de la política. Depende de la profesionalidad y la intención con que se realiza. El quid de una auditoría está en las pruebas materiales que se obtengan. No basta con denunciar o descubrir un acto corrupto; para la justicia es necesario que se demuestre con documentos y hechos. Incluso hasta el dictamen de un auditor puede ser desestimado si éste no es avalado por los documentos probatorios. El gobierno debe procurar que estas auditorías sean realizadas por firmas independientes y de prestigio, ya que las que son hechas por las propias instituciones y departamentos gubernamentales corren el riesgo de estar influenciadas y mal intencionadas, lo que las descalificaría ante un juez.

La sociedad también puede aportar mucho en la cruzada anticorrupción que han emprendido las nuevas autoridades. Sus voceros calificados no pueden permanecer ajenos a lo que está sucediendo, porque la corrupción afecta a todos por igual. Corrupción siempre habrá, por lo que siempre hay motivos para hacer lo que sea necesario para que esta merme su incidencia en todos los ámbitos de la vida nacional. Hay que impulsar desde la sociedad y sus instituciones, esfuerzos sinceros para reducir y acorralar este mal, no reaccionar con declaraciones destempladas cuando por ejemplo la DGII anuncia acciones para atacar a los que cobran el ITBIS y no lo pagan al estado dominicano. Eso también es corrupción. Si el intento que hace el gobierno del Dr. Leonel Fernández por adecentar la administración pública llegara a fracasar, el porvenir de la clase política nacional se tornará muy oscuro, porque la sociedad se habrá cansado de tantos politicastros y dará paso a otros sectores para que se encarguen de la vida política del país, lo cual puede crear perturbaciones y afectar sensiblemente el fortalecimiento democrático de la nación.

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