Pollo gringo, cobardía y reelección

Pollo gringo, cobardía y reelección

La ingestión masiva de pollo proveniente de los Estados Unidos de Norteamérica se estableció en nuestro país a finales de los años 60 con la importación y posterior producción del llamado “pollo gringo”, robusto a consecuencia del uso de alimentos “enriquecidos” con sustancias químicamente parecidas a las hormonas femeninas y dieron pie a la fábula de que los dominicanos nos convertimos en cobardes tolerantes de la corrupción e injusticias sociales de los gobiernos, por consumir mucho pollo gringo, criterio injustamente machista si tomamos en cuenta a las hermanas Mirabal y otras heroínas de la segunda mitad del siglo pasado.
Al margen de la empírica teoría de los pollos gringos, los sociólogos, politólogos, economistas y psicólogos, deberían explicarnos ¿por qué no se producen enérgicas protestas, levantamientos o revoluciones en nuestro país a partir de la observación del enriquecimiento meteórico de personajes previamente desprovistos de fortuna alguna y cuya única fuente de ingresos es un cargo público?, ¿por qué las sobrevaluaciones de obras estatales y la “mafia ingenieril” que resuelve todos los problemas nacionales con obras de relumbrón propagandísticas y reeleccionistas, no son auditadas y controladas por la Cámara de “Cuentos” y otros seudo-organismos supervisores?, ¿por qué la gente no se revela cuando ve pasar una inmensa hilera de yipetas nuevas, recién adquiridas y regaladas solamente para la campaña electoral oficial, compradas con dinero del Estado, previamente cogido prestado como bono soberano a mi nombre y de todo el pueblo dominicano y, sin que se haya pagado ni un centavo, ya es usado como botín repartido en la chercha electoral? ¿Será que la fábula de los pollos gringos se convirtió en triste realidad?

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