Pollos sin ley
No hay normas ni reglamentos

<STRONG>Pollos sin ley<BR></STRONG>No hay normas ni reglamentos

Aunque  en los últimos años en el país ha mejorado la calidad de producción de pollos de engorde con la modernización de muchas  granjas, aquí no existen las normas y procedimientos para producir y consumir ese tipo de carne, como ocurre en las naciones organizadas.

Aparte de ignorados reglamentos que deberían normar las construcciones avícolas, en el país tampoco existen reglas para el  transporte de aves, movimiento de desechos, como la gallinaza y el manejo de las aves muertas.

Aquí  apenas hay una docena de plantas de procesamiento de pollos, pero ninguna tiene “una real y efectiva inspección sanitaria de carnes” para ofrecerle seguridad a los consumidores.

En un país organizado como los Estados Unidos, al igual  en la Unión Europea, Japón y otras naciones donde la salud pública es  importante, la producción y consumo de carnes se rige por normas y procedimientos que son exigidos, supervisados y cumplidos en gran parte. En esos países la supervisión es obligatoria y todos  los pollos que pasan por las líneas de proceso en los mataderos son revisados por inspectores sanitarios oficiales que tienen el entrenamiento y el derecho para desechar cualquier unidad o parte de pollo que no consideren apto para el consumo público.

Esto es, pollos muy pequeños, amoratados o con órganos anormales son descartados y entintados para que no puedan ser reciclados. Solo se les permite usarlos como harinas de carne y/o comida procesada para perros, gatos (pets). En la República Dominicana nada de eso se hace.

En un supermercado de cualquier país organizado se observa “poquísimo o ningún pollo congelado ofrecido a la venta. El consumidor demanda principalmente ese producto fresco, neto, partes especiales deshuesadas.

En menor medida, busca esa carne marinada o sazonada, muchas ya listas para cocinar o freír. Las etiquetas indican fecha de producción, de expiración, valor nutricional y, un detalle inexistente en el mercado dominicano: el contenido de agua o humedad.

El pollo extranjero fresco para la venta tiene  una tolerancia de hasta 3%  de humedad agregada por el proceso de enfriamiento en los “chillers tanks”. Las pechugas frescas sin huesos usualmente marcan 1% de agua extra. En esos países, el consumidor  tiene protegida su salud por un comestible estatalmente supervisado y comprando un producto neto, sin adición maliciosa de agua. Porcentaje extra de agua significa que el consumidor paga líquido a precio de carne.

La excepción a estas reglas es la inclusión de pollos, pavos, patos y otras carnes que se mercadean como marinadas,  lo que significa  que se les ha agregado sazones, sales, ablandadores en medio líquido y por consiguiente esa agua adicionada tiene precio y el consumidor opta por pagarlo o no. Pero aún así, la humedad agregada no excede de 8 a 9%.

En el país,  en ocasiones la gran competencia de precios entre procesadores avícolas se deriva del uso y abuso de agua inyectada. Quienes más inyectan más barato pueden vender. Por supuesto, el agua no cuesta, pesada como carne sí. En algunos mataderos criollos se pueden observar aparatos de múltiples agujas inyectadoras que, cual tridentes agregan agua en algunos casos hasta 23-30%.

 Y lo que es peor, inducen a algunos supermercados a ofrecer irresistibles “especiales” con pollos a mitad de precio, muchas veces con límite de unidades por cliente. Se comenta que pollos congelados ofertados a hoteles y restaurantes adolecen de esa mala  práctica.

Ganadería. En las granjas del país se está aplicando un programa de vacunación, el cual está escrito, sobre Newcastle, boro, maré y otras, según el director de Ganadería, Angel Faxas. “Lo que  más nos interesa en las granjas es que las medidas de seguridad sean eficientes”.

El país tiene un subsector avícola acorde con los nuevos tiempos e instalaciones modernas, con una capacidad instalada para producir entre  23 y 24 millones de pollos por mes, un consumo de unos 14 millones de pollos y un per cápita de 76 a 80 libras por año. En el aspecto sanitario damos garantía de que tenemos carne de pollo de calidad y que puede competir con otra de cualquier parte del mundo.  Aquí hay dos tipos de consumo de pollos, el pollo caliente con menos condiciones de higiene, y  el pollo de mataderos con mucha calidad y  capacidad para exportar.

Faxas afirmó que tenemos visitas constantes de supervisión en los mataderos y las granjas.  En la República Dominicana no tenemos ningún problema avícola, pero por los requisitos burocráticos todavía no podemos exportar carne de pollo a Estados Unidos y otros países. Hay buenas  plantas y empaques modernos.

La cifra

80 libras.  Es el consumo per cápita anual de carne de pollo en el país, uno de los más altos del mundo. Esas 80 libras equivalen a una producción de 14 millones por mes.

Zoom

Soluciones:

Revivir  leyes y reglamentos que  norman la producción, medio ambiente, tráfico y bioseguridad de las granjas; actualizar los reglamentos frente a los controles sanitarios en mataderos adaptando modelos como los de EU y Brasil; a Pro- Consumidor que aprenda a hacer la revisión de humedad en pollos; exigir etiquetas más claras y precisas respecto a los productos a ser mercadeados al consumidor y Salud Pública, Industria y Comercio y Pro-Consumidor que cumplan sus funciones y empleen personal calificado para esas supervisiones.     

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