Polonia sigue atenta a pederastia en RD

Polonia sigue atenta a pederastia en RD

La conducta desviada de dos sacerdotes polacos, uno de ellos con la elevada condición de Nuncio de Su Santidad, fue de tal estremecimiento en Polonia que el periódico más influyente de ese país, “Gazeta Wyborcza”, envió a un periodista valiente, diligente, escudriñador, práctico y activo a profundizar las investigaciones sobre los casos de pederastia y abuso sexual de que han sido acusados.

Miroslaw Wlekly visitó la República el pasado mes de septiembre y publicó tres páginas sobre ese escándalo que también tiene conmovidos a muchos dominicanos y a dignatarios romanos pero para ellos aún podrían existir detalles interesantes sin revelar que era necesario indagar y asignaron el país, de nuevo, a este sabueso que en pocos días se hizo conocido en la zona colonial, Nunciatura Apostólica, monumento a Fray Antón de Montesinos, San Rafael de Yuma, Bonao, Constanza, Juncalito…

Fue amado y bien recibido por contadas osadas víctimas y sus familiares en espera de justicia; otros le cerraron sus puertas por temor a represalias de curas encubridores y católicos recalcitrantes. A muchos, los abogados les prohibieron ofrecerle declaraciones. La Nunciatura no le dio paso. A pesar de las negativas se las ingenió para entrevistar nuevos testigos y afectados aunque a veces bajo promesa de no dar a conocer sus fuentes.

El miedo impera, la gente teme a la Iglesia, a los clérigos y a beatas y rezadores que ven a los sacerdotes como dioses, incapaces de haber cometido los delitos que les imputan, razona.

Nació el nueve de febrero de 1978 en Ciudad Leszno y como estudió y vivió en Portugal fue fácil para él aprender el español que considera muy parecido al portugués. Además ha estado en Perú, Bolivia, Argentina, España.

Mochila a cuestas, en sandalias, bermudas, camisetas se desplazó a los pueblos en voladoras, autobuses, taxis, motoconchos, porque en el periódico le pidieron investigar también los demás abusos sexuales a la infancia. Se sorprende de que a 10 años del explosivo despiadado caso de San Rafael de Yuma “todavía hay miedo”. Una persona que aportó datos de impacto le dijo que no podía grabar, ni escribir, ni tomar fotos. Porque muchos han recibido amenazas “y también en Bonao y Constanza las víctimas tienen problemas con personas muy conservadoras”. Le extraña, además, que algunos sacerdotes acusados de pederastia y perversión de menores sigan ejerciendo el ministerio.

La iglesia polaca, declara, pidió perdón en una rueda de prensa aunque allá existen “obispos conservadores” que no tienen esa actitud. Cita a Josef Michalik, líder de la iglesia católica de Polonia que declaró que los niños tienen parte de la culpa de ser abusados. Pese a que luego el mitrado aclaró que lo mal interpretaron, Miroslaw dice estar seguro de que sigue pensando igual.

Polonia ha puesto su atención permanente en estos casos porque es trascendente, significa. “Hasta ahora no había una persona tan importante en la iglesia acusada de abuso, es un Nuncio Apostólico, es la segunda persona después del Papa”, manifiesta. Que hayan sido dos polacos es coincidencia, responde al preguntársele. Pudieron haber sido de otros países, como hay muchos de aquí, añade. No es un comportamiento propio de ellos.

Rico y famoso. Josef Wesolowski procede de una familia rica y famosa de Polonia. Está emparentado con un obispo apellido Deskur, muy amigo de Juan Pablo II, quien era, a su vez, íntimo de Josef y de sus padres, quienes tenían un castillo cerca de Cracovia, cuenta. Miroslaw no conoció mucho al Nuncio en Polonia porque se ausentó bastante joven y siempre trabajó en el extranjero, supuestamente en el Vaticano.

De su oculta y retorcida vida en Santo Domingo le habló gente que sabía de sus descarriadas inclinaciones. Estableció que las víctimas de sus abusos son más que las publicadas. El representante de Roma en el país gustaba que le practicaran sexo oral y se masturbaba frente a los chicos que “hicieron algunas otras cosas para ganar dinero”. Hacía sus prácticas aberrantes en plena vía, en su vehículo o en una oscura callecita entre el malecón y la zona colonial, relataron a Miroslaw.

Los muchachos pensaban que era un anciano norteamericano que quería ayudarlos y personas del entorno aseguraron al periodista que lo veían frecuentemente pero jamás imaginaron que era el nuncio. Su antecesor, añade, salía mucho en la prensa pero Wesolowski “muy poco”. Allegados a la Nunciatura le hablaron, bajo reserva, sobre su conducta y salidas y dijeron que sabían que era degenerado o al menos gay.

Para esta vida paralela, Wesolowski siempre iba vestido con ropa deportiva, camiseta blanca, tenis… Los menores le decían “el viejo americano”. Miroslaw presume que está en el Vaticano.

Un desconocido. Wokcietch Waldemar Gil (Alberto Gil), el otro cura acusado de abuso sexual y pederastia, no era conocido en Polonia. Antes de este escándalo nadie sabía de él, probablemente era pobre. Oriundo de un pequeño pueblo, Modlnic, también cercano a Cracovia, salió igualmente joven de su patria. Se dice que está en esa comarca en casa de sus padres, narró Miroslaw.

El pedigrí que ha levantado Miroslaw de este clérigo es voluminoso. Cree que sus víctimas podrían ser más de 10 pero no se han atrevido a denunciarlo por temor al poder de la iglesia católica, sostiene. “Me dijeron que cuando el padre Gil abusaba y los niños no querían, él los amenazaba diciéndoles que Dios iba a castigarlos”, expresa, relatando los alegatos de defensa de este pedófilo, la entrevista de “Newsweek” a su amigo polaco y otras informaciones que no suelta porque sería matar las primicias que lleva a “Gazeta Wyborcza”.

Tan admirable como su astucia periodística para lograr el dato, es su arrojo. Lleva revelaciones sobre sus paisanos y los curas dominicanos envueltos en situaciones similares porque al medio de comunicación que representa les interesan estos como otros iguales o parecidos denunciados en otros lares y en la propia Polonia. Les atrae la actitud encubridora de la iglesia, no solo de jerarcas sino de otros fieles católicos dominicanos.

Este filólogo, sociólogo, escritor, pronto sumará a sus obras publicadas un “e-book” titulado “De dónde eres, Francisco. Reportajes de Argentina”.

“Estos hechos, concluye, son muy graves, no son pecados chiquitos, son cosas muy difíciles de entender para nosotros, y si los sacerdotes cometen estos abusos, nunca más pueden trabajar como tales, deben estar en la cárcel”.

 

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