Ponen verjas para evitar los atracos

Ponen verjas para evitar los atracos

POR SORANGE BATISTA
El temor a ser víctimas de asaltantes ha puesto a comerciantes del Ensanche Ozama tras sus propias rejas, instaladas como única opción para resguardarse de los delincuentes que abundan en el sector. Así lo afirman propietarios de colmados, salones de belleza y cafeterías consultados por reporteros de este diario.

Los comerciantes expresaron que han tenido que acortar sus horarios de servicio, porque aunque en la zona hay un destacamento policial, el patrullaje es casi nulo.

«Del ensanche Ozama en que nací hace 40 años ya no queda nada. Antes nos sentíamos confiados y en un sitio tranquilo, ahora desde que cae la noche estoy con el temor de que vengan y me atraquen», explicó José Núñez, dependiente del colmado Núñez, ubicado en la calle Bonaire esquina 17.

Explicó que ante el auge de la delincuencia y los atracos a mano armada colocaron rejas dentro del establecimiento y despacha a sus clientes a través de una ventanilla.

«Cuando dan las 8:00 de la noche yo cierro una de las puertas de la calle, a las 8:30 cierro la otra y a las 9:00 cierro el colmado y me retiro a la casa», expresó tras afirmar que anteriormente daba servicio hasta más tarde.

‘DELIBERYS’

Núñez expresó que el drama no es solo de ellos como comerciantes, sino que abarca a las familias, que temen abrir las puertas de sus viviendas cuando les son enviadas las mercancías que piden por teléfono.  «La gente ya no compra en los colmados, prefiere llamar y cuando yo le mando el ‘delibery’ es un show para abrir la puerta. A veces ni la abren y toman los pedidos por una ventana», afirmó.

Núñez dijo que la impotencia mayor la siente cuando ve que por carecer de patrullaje, los mismos residentes atrapan los ladrones, los entregan a la Policía y pocos días después el delincuente sale como si no pasó nada.

Narró que ese fue el caso de un muchacho que atraparon robando en una residencia con otros tres, hace aproximadamente un mes. «Le dimos muchísimos golpes a uno, aunque los otros se fueron,  y a los dos días pasó el ‘ladrón’ por aquí en la parte trasera de un motor, con un yeso en una pierna y un cuello ortopédico puesto».

En las mismas condiciones de Núñez, pero con unos años más de vida, Nelson Santana  mira con sospecha cada vehículo extraño que se estacione en la acera de su negocio. ¿La razón? Ha sido víctima de los asaltantes en dos ocasiones.

Aunque le han llevado el dinero producto de las ventas del día, lo que más sintió Santana es que le robaran su revólver. «Uno llama a la Policía, vienen después que todo pasó y después no le dan seguimiento a nada de eso, se olvidan».

Rafael Mejía, otro dependiente de colmado, dijo que aunque no tiene rejas, está considerando  encerrarse porque «la cosa no está fácil».

Explicó que cuando asaltaron el colmado Don Pedro, ubicado a escasos metros de su negocio, fue de los que llamó a la Policía  «pero no me hicieron ningún caso», ellos vinieron tardísimo y después no volvieron, expresó.

SALONES DE BELLEZA

Las estilistas del Ensanche Ozama, sector construido a finales del 1950 por orden del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, están en igual condición en lo relativo a los asaltos y también han optado por cerrar sus puertas y abrirlas solo cuando se sienten seguras de que la persona que pide pasar al negocio es confiable.

En uno de los últimos casos, desconocidos penetraron al ‘Sujey Salón’, alrededor de las 7:00 de la noche y cargaron con el dinero que su propietaria, Sujeidi  de la Rosa, había ganado en el día, los celulares de seis clientes, prendas y otras cosas de valor.

Por lo ocurrido al salón de Sujei y otros de la zona, Silvia Arredondo, quien tiene un salón en la calle Aruba, tomó sus propias medidas de seguridad y se mantiene con la reja de su negocio cerrada. «Yo abro cuando estoy segura de que no son personas extrañas», aseguró.

Arredondo dijo que a ella no le ha tocado ser asaltada, pero espera que las autoridades policiales logren controlar ese problema a la mayor brevedad.

IGLESIA PAZ Y BIEN

El sacerdote Santiago Bautista Guerrero, de la parroquia San Francisco de Asís, ubicada en la Iglesia Paz y Bien, había expresado en días pasados su preocupación por el nivel delincuencial que azota el ensanche Ozama y lo atribuyó a una alegada falta de autoridad.

Bautista Guerrero informó que en varias ocasiones la parroquia ha sido profanada, cargando los delincuentes hasta con cables eléctricos, tapas de cisternas y otras pertenencias del templo católico.

Lamentó que hasta la feligresía que acude a la iglesia siente temor, porque delincuentes armados los despojan de sus pertenencias. «Nos sentimos como flor sin defensa, no tenemos vigilancia en la zona», se quejó.

INCREDULOS ANTE REALIDAD

Raúl Peña, quien lleva 40 años residiendo en el Ozama, observa con pesar la realidad que le rodea. «Ya aquí no se respira la tranquilidad de antes», afirmó.

Lo mismo opinó otro señor, que pidió omisión de su nombre, quien dijo tener 30 años residiendo en el sector. «Yo lo que he hecho es que no estoy fuera de mi casa después de las 11:00 de la noche y así se lo he impuesto a mis hijos, ante esta situación lo único que puedo hacer es aconsejar mis muchachos y esperar a ver que pasa».

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