El desarrollo de la sismología no ha llegado al pronóstico exacto. Se vale de estadísticas de siglos y se acoge a leyes de la física para configurar patrones de comportamiento de la corteza terrestre en un esfuerzo científico por poner en alerta a ciudadanos sobre la posibilidad de sismos de fuerte intensidad. La atención de entidades serias está puesta ahora mismo sobre la zona del Caribe y sus diagnósticos tienen que ser tomados en cuenta. Apuntan hacia una recurrencia de temblones. República Dominicana debe prepararse para riesgos, con medidas que no serían vanas aunque dentro de algunos años sintamos, felices, que nada importante ocurrió.
El Estado debe asumir responsabilidades por todas las edificaciones públicas sometiéndolas a estudios y a la aplicación de normas antisísmicas de vigencia posterior a que tales obras fueran levantadas, sobre todo escuelas que se delatan como muy vulnerables. Sería ineludible reforzar estructuras. A nivel privado debe ocurrir lo mismo. Muchos propietarios deben revisar lo que tienen, construyeron o construyen, para asegurarse de que resistirían fuertes movimientos. En ocasiones, el cumplimiento de requisitos al construir es engañoso. Yendo más allá, procede garantizarle al país una mínima disponibilidad de equipos para manejar situaciones que deban ser mitigadas con rapidez.
La salida que estaba a mano
República Dominicana ha sido consecuente con la realidad de Honduras. Rechazó con vehemencia la ruptura del orden institucional y todo el tiempo ha negado reconocimiento a los personajes que todavía usurpan el poder. La elección de Porfirio Lobo fue la salida que contra el parecer de otros países, incluyendo el nuestro, escogió una parte importante de los hondureños en un proceso cuestionado pero que las circunstancias obligan a aceptar por respeto a los asuntos internos de esa nación.
De paso el Presidente Leonel Fernández viabilizó una salida al conflicto entre el Estado hondureño, que ahora pasa a nuevas autoridades, y la comunidad internacional. El Presidente Manuel Zelaya, el primero y más firme y coherente defensor de su legitimidad, dio su visto bueno al compromiso asumido recientemente por el primer mandatario dominicano con Lobo y otros dirigentes que deberán restituir la constitucionalidad en su país. Mantener posiciones inflexibles frente a la crisis hondureña había perdido sentido.