¿Poner candado a esta hora?

¿Poner candado a esta hora?

Una característica del ejercicio de poder en nuestro medio es que las cosas se hacen o no en función del empeño que se ponga en lograrlo, no necesariamente por lo que diga o no diga un texto legal. Es lo que llaman voluntad política. Cuando no se quiere aplicar una disposición por ir contra propósitos oficiales o partidarios cualquier legislación valdría poco. Recientemente, pudo verse que tampoco valen las voces disidentes ni los criterios de líderes de opinión si el empeño de una tendencia política es cambiar la Constitución. De una u otra forma, fueron muchos los entes doblegados y los torcimientos de voluntades los que precedieron a la última reforma.

Ahora se pregona la ilusión de montar un blindaje más. Se alega que es factible todavía detener futuras iniciativas reformadoras que pretendan que la ley de leyes cobre la forma que conviene coyunturalmente. Aquí lo que más hubo en los últimos años fueron expresiones de ausencia total de interés por promover revisiones (y ahora se nos amenaza con dos consecutivas, inconsultas y anidadas en conciliábulos) lo que está sucediendo a pesar de la rigidez ya existente que llevaba a creer que el objetivo sería difícil. Se vio que hacer cambios instantáneos, sin escuchar razones, siguió siendo posible. ¿Con cuál candado se lograría ahora, tras los últimos actos unilaterales, demostrar que ya las instituciones y las reglas del juego son suficientemente válidas para permanecer?

 Ante un vacío de comprobaciones

La libertad para comprar y vender artículos diversos debe ejercerse bajo algún tipo de reglamentación para conveniencia del consumidor y a veces incluso para proteger intereses legítimos de empresarios. Sin embargo, lo que parece darse en el país es amplitud de tolerancia o vacío de reglas. La versión de que el mercado nacional han sido invadido de lácteos importados desproporcionadamente plantea interrogantes que deben recibir respuestas. También se denunció la traída de un suero lácteo que se prestaría para envasar fórmulas líquidas que el profano podría creer que se trata de leche completa. Debería hacerse una investigación y lograr que el consumidor sea abastecido con la transparencia de etiquetados que digan la verdad sobre los contenidos. Quienes de mala fe se estén aprovechando de la falta de reglas están comiendo con su dama.

 

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