Poniéndole la segunda al cambio

Poniéndole la segunda al cambio

Pronto la ciudadanía demandará resultados más contundentes

Así como los vehículos necesitan ser encendidos, parqueados (P) o en Neutro(N) para luego impulsarlos con fuerza hasta moverlos, lentamente primero y rápidamente después, la nave del Estado en tiempos de cambios requiere, para caminar debidamente, partir del estacionamiento propio del periodo inicial de instalación y toma de riendas del poder para luego imprimir fuerza primero, y velocidad después, hasta imponer impronta propia.

Cuando la conducción de esta nave es asumida por incumbentes que han estado fuera del poder por muchos años, sustituyendo una estructura arraigada con políticas y prácticas apoderadas de la maquinaria del Estado, se corre el riesgo de seguir rutinas en lugar de romper esquemas predominantes.

Y, de no disponer de criterios programáticos firmes, la inercia termina apoderándose del accionar gubernamental.

Visualizamos este riesgo en el aquí y ahora dominicano. Continúa el manejo mediático de la percepción sobre la realidad, publicitando propósitos como si fueran logros consumados. Inauguran obras del Gobierno anterior como si fueran propias.

Firman contratos previamente negociados. Lanzan campañas publicitarias prediseñadas. Siguen esquemas programáticos anteriores (fase, bonos, tarjetas, etc.) Siguen combatiendo la pandemia reactiva, no proactivamente. Los gastos presupuestados siguen creciendo con relación a formulaciones previas, presionando déficits. Y en lugar de evitar más endeudamientos, se regodean al ingenierizarlos para que no sean tan onerosos.

Afortunadamente, agotado el período de toma de riendas, las autoridades han movido la palanca del Cambio para colocarla en una primera que marcaría su impronta. Y lo han hecho satisfaciendo un clamor popular: lucha contra la corrupción y la impunidad. Responsables de entramados de corrupción recibieron sanciones coercitivas tras las cuales, el presidente Abinader, ni corto ni perezoso, anuncia medidas anticorrupción.

Pero transcurrido un tiempo, satisfecho el clamor ciudadano, la ciudadanía comenzará a demandar resultados más contundentes alrededor de necesidades más sustanciales e imprescindibles: oportunidades de trabajo, disponibilidad y precios de bienes y servicios con que satisfacerlas.

Eso hará necesario que el Gobierno le ponga la segunda al cambio. Y aborde temas cruciales que hasta ahora ha enfocado con timidez o ha pospuesto, diferido o entibiado.

Tal es el caso de medidas contundentes para reducir el gasto y reorientarlo para mejorar su calidad mediante una reforma fiscal que además simplifique y reduzca impuestos para estimular producción.

Y abordar con mayor energía y comprehensividad en temas omisos como transporte y ordenamiento territorial, entre otras reformas contempladas en la Ley 1-12 sobre END.

Y que de inmediato someta el gasto público presupuestado a lo dispuesto en el Art. 44 de la Ley 423-06 Orgánica de Presupuesto, que obliga a gastar “sujeto a la disponibilidad efectiva de ingresos estimados” para detener déficits y endeudamientos.

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