Popularides que se tornan frágiles

Popularides que se tornan frágiles

Los apuros de Dilma  Rousseff resultan de una inusitada actuación en América  Latina de multitudes levantadas contra el predominio de  políticos en la palestra pública. Un eufórico estreno de la gente de a pie impulsada por indignaciones diversas. La popularidad de una gobernante heredera de  los aciertos  de su propio partido de izquierda y de un buen presidente como  Inacio Lula da Silva, de repente se desploma. Bastó un alza  de precio en el transporte público seguido de una enormidad irracional de gastos para la diversión del fútbol para que el pueblo se lanzara a las calles. La democracia directa comienza a estar en sus buenas. La gente quiere algo más que votar y reclama furiosamente  en los plebiscitos de la espontaneidad  que  mejore la forma de gobernarla.

Los “ídolos“ se caen con facilidad. La “primavera” florece en cualquier lugar: caen los más desprestigiados como Zine El Abidine y Hosni Mubarak. Pero también los decentes y bien nacidos. Dilma corre peligro después de que su excelente predecesor convirtió a Brasil en un modelo de avances sustanciales contra la pobreza; y ahora vemos que la aceptación pública puede caer de la noche a la mañana. A partir de ahora los gobernantes tendrían  que hilar fino para conservar legitimidad. Las protestas públicas se institucionalizan y dan a respetar. El presidente Danilo Medina haría  bien en tomar en cuenta esta novedosa y contudente sensibilidad de  los gobernados.

El PRD versus el interés nacional

El divisionismo atroz  y perjudicial a la sociedad dominicana que afecta al Partido Revolucionario  Dominicano expresa  una crisis que trasciende las fronteras de la propia organización. La cerrazón de los influyentes del “Buey Blanco” le resta un factor importante al juego democrático. Ha dejado interminablemente sin contrapeso al ejercicio del poder de un oficialismo apoltronado con todas las ventajas.

Parece difícil  hacer entrar en razón a los prominentes del perredeísmo. Cada uno pretendiendo la hegemonía o que entre el mar. La alternativa sería  exteriorizar por diversos medios  el  repudio colectivo que innegablemente late en muchos ciudadanos, incluyendo a las propias bases del PRD. La gente debe estar consciente, y proceder en consecuencia, de que la interminable rebatiña de la polarización perredeísta le está  haciendo enorme daño a la democracia y que  merece públicas expresiones  de condena.

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