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Las declaraciones de dirigentes empresariales sobre la fragilidad de la economía , a causa de la inseguridad, falta de independencia e idoneidad del poder judicial; corrupción, endeudamiento progresivo, deterioro de la industria manufacturera; incremento de factura petrolera, crecimiento de Cuba en el mercado turístico, y la competencia desleal de las élites del PLD con el empresariado, con altos niveles de desempleo, subempleo y pobreza , equivalen a bomba de tiempo.
Pero eso es solo una parte de la gravedad que afecta a la nación aunque el factor económico sea el desencadenante de una probable crisis sistémica mayor.
Está el deterioro político de los últimos años con despotismo (concentración en un grupo o persona de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial), corrupción administrativa, que se extiende a los cuerpos armados y a los procesos políticos (robo de partidos, compra de cédulas y votos, fraudes electorales, etc.), que se complica con la anomia social, con la falta de reglas de convivencia, crisis de valores, aspiraciones irrealizables, delincuencia de cuello blanco (funcionarios), cuello azul (trabajadores) y cuello amarillo (militares), caos en el tránsito, delincuencia, delitos corporativos, deterioro del medio ambiente, monopolios , arrabalización urbana y entrada de armas indican que lo peor está por venir.
Hay que reconocer a todo esto, que el Presidente Medina tiene un estilo moderado en todo lo que no afecta el uso ilimitado del poder. En el PLD no falta inteligencia para aprovecharse de esas circunstancias, ahítos de poder y riquezas.
La economía del país, caracterizada por el endeudamiento extremo creciente, el aumento de la factura petrolera, las incertidumbres geopolíticas, el entorno de sociedades latino-caribeñas en crisis (México, Venezuela, Haití, Puerto Rico); la creciente deuda externa y la burocratización galopante para dar cabida a los socios de la coalición gubernamental, harán que el país caiga más temprano que tarde en una grave crisis. La única manera de evitarlo, es que los líderes del PLD comprendan que la sociedad ha llegado al límite de su tolerancia y permitan las condiciones mínimas para la convivencia democrática. A los partidos de oposición les corresponde cerrar filas para la toma del poder y crear oportunidades de salud, empleo decente, vivienda y transporte colectivo y seguridad ciudadana; así como sufragio efectivo y no reelección, que es en esencia lo que persigue el socialismo democrático como doctrina.