Poquita Fe (bolero)

Poquita Fe (bolero)

Años atrás, aún sabiendo que Dios existía, no tenía confianza en él. Recuerdo y confieso que no quería tener hijos, y cuando los tuve, me dominaba el temor de qué sería el futuro de ellos. Pensaba en que la evolución del mundo y del ser humano no garantizaban nada bueno en los años por venir.  Si entonces tenía razón, ahora, los resultados de la globalización neoliberal y neo darwinista, son aún más preocupantes y azarosos. Pero es justo preguntarse si alguna vez hubo garantía de que las cosas serían mejores. O si es cierto que antes lo eran. Mi abuela narraba que cuando ella era niña llegaban  de repente tropas de gavilleros y se comían todo lo que había en la casa. Quien lee historia antigua, sabe de todas las desgracias que azotaban a los pueblos: sequías, hambrunas, epidemias letales, saqueos, raptos y abusos de toda especie.

Quien mira nuestro país, y en los hijos y nietos que tiene o tendrá, suele sentir ganas de largarse. Pero la pregunta inmediata lo desanima: ¿Hacia dónde? Ciertamente que para la mayoría de los dominicanos existen cientos de países en los que les sería más fácil adquirir las cosas básicas, comida, medicina, educación, seguridad. Pero no así amor, amistad, aceptación social, el crecimiento de nuestros hijos en un ambiente de respeto a Dios y a los valores que hacen que la vida valga la pena vivirse.

Para el que quiera tener esas cosas para su descendencia tendrá que luchar por ellas, igual que nuestros antepasados. Los fundadores escribieron en la bandera “Dios, Patria, Libertad”, no como un adorno, un slogan de campaña, o una frase inspiradora. Lo hicieron porque sabían, de algún modo, que sin esa guía nunca tendríamos futuro.

 Hasta que yo no entendí lo que significa Dios para una nación y para cada individuo, nunca sentí confianza en lo que sería de mi propio futuro y el de mis descendientes. La inseguridad, la violencia, la degeneración moral, acorralarán a todos; eso deben saberlo también los poderosos, especialmente los enriquecidos reciente y abruptamente  por medio del dolor y la prevaricación.

Quien no le cree a Dios no está siquiera apto para estar vivo, menos para procrear hijos. “Antes de amar debe tenerse fe…” dice la canción y no es chiste. Pregúnteselo a una madre. Cuando Dios dijo creced y multiplicaos, puso la condición de que camináramos de la mano con él.

La humanidad como proyecto y aún las naciones, puede que no tengan buen destino. Los que le creemos a Dios no tememos tener hijos. Él provee y protege. Sabemos que, en medio de dificultades, tendremos el mejor de los destinos posibles.

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