Poquita fe

Poquita fe

La credibilidad pretenden construirla y la construyen, amarrados al demerito constante. Difunden, en ocasiones, elucubraciones rocambolescas, más parecidas a función de circo que a trabajo sensato. Saben que ganan aplausos y lauros, porque encantan a una mayoría emocional. Todo lo gubernamental es pecaminoso, cuestionable, sospechoso. Así conservan sitiales.

Develar el estilo poco cuenta, la aceptación avala. Y adviene entonces ese juego doble, ese lance de esgrimista con florete, con resultado negociado y vestimenta a prueba de todo. Las gradas se solazan con las punzadas, con esos pellizquitos compartidos con los supuestos agraviados. Tinglado perverso pero con resultados espléndidos y eso es lo que cuenta. Cuentan las cuentas.

Además de la paranoia como característica, el etos criollo apareja descreimiento, falta de fe. Viene la porfía, el yo te lo digo y así es, el aquí no funciona nada. Y peor la trama si alguien comenta el acierto o la intención. El rumor ensucia. La evaluación positiva de alguna iniciativa oficial obedece a la coima o al agradecimiento. Los gobiernos pasan y la bajamar expone, empero, aunque la evidencia esté a ojos vista, continúa la descalificación.

A partir de mayo comienza a funcionar el Sistema Nacional de Emergencia y Seguridad -SNES– 911- en “El Gran Santo Domingo” y sin evaluar la propuesta o leer el decreto, las críticas se suceden. Es una apuesta ambiciosa y osada del Poder Ejecutivo y la ciudadanía debe enterarse de su envergadura, antes de repetir informaciones distorsionadas. La iniciativa no salió de la chistera del Ministro de la Presidencia ni tiene un financiamiento dudoso ni oscuras finanzas. Tal vez tendrá un desempeño fallido y la transparencia se convierta en oscuridad y dolo. Todavía no.

El Decreto 17-13 crea la Comisión Presidencial para el SNES integrada por el Ministerio de Interior y Policía; Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social; Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones; Federación Dominicana de Municipios; Cuerpo de Bomberos; Centro de Operaciones de Emergencia y La Oficina Presidencial de Tecnologías de la Información y Comunicación.

Declara de “alto interés” la existencia de un Sistema Integrado que posibilite al Estado Dominicano, “mediante el uso de las tecnologías de la información y comunicación, dar respuestas efectivas y coordinadas a las urgencias que se le presenten a los ciudadanos y las ciudadanas, a través de los servicios de emergencia establecidos al efecto”. Consigna que: la República Dominicana ha aumentado sus índices en la ocurrencia de accidentes, especialmente de tránsito, ocasionando la pérdida de vidas, daños a terceros y admite que los servicios de emergencia, en especial los de seguridad pública, ameritan ser dotados de los mecanismos de comunicación modernos, necesarios para interactuar con los ciudadanos y las ciudadanas que requieren su asistencia. El decreto obedece a las exigencias de la Estrategia Nacional de Desarrollo que pretende reducir el número de homicidios de 24.4 por cada 100, 000 habitantes a 1.2 para el año 2030.

Sin desconocer la tradición de ineficiencia, concusión y penuria de la Policía Nacional, de Amet, de los servicios de Salud Pública, del Cuerpo de Bomberos, el SNES procura una transformación en la cultura de esas entidades. Cualquiera puede preguntar por qué la suma invertida para crear el sistema -200 millones- no se utilizó para adecuar y hacer efectivas las instancias involucradas en el proceso. El gobierno asegura que esas instituciones tienen sus programas específicos y además confía en el efecto demostración que tendrá el SNES. El 911 obliga a especializar al personal responsable de su funcionamiento. La tecnología prevé un estricto control de sus acciones y sanciones severas para la trasgresión.

Creer o no creer, he ahí el reto. Esperar el desenlace, también. Algo tiene que cambiar luego de capacitar a 5,250 policías, 1336 agentes de AMET, 914 bomberos. Algo debe ser diferente con la vigilancia de 1300 cámaras, 13 camiones de Bomberos, 30 ambulancias, 90 motoambulancias. Si nada cambia, la derrota será colectiva. Las derrotas sociales continuas tienen efectos devastadores.

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