Hay gente que tiene la dicha de crear frases, como otros tienen el talento para escribir versos que, musicalizados, se convierten en canciones, Ernesto Jerez, el excelente narrador deportivo internacional, tiene una frase genial: “¡Por ahí no es!”, que pronuncia cuando algún bateador manda la bola, por ejemplo, hacia el prado izquierdo custodiado por el gran Fernando Tatis, pues es seguro que el batazo será atrapado por la destreza, velocidad, alcance y elegancia del jugador. Del gran cácher de los Yankis de Nueva York, Yogui Berra, se recuerda la frase esperanzadora: “El juego no se acaba hasta que se acaba” en el out 27.
El plan de reordenamiento de tránsito está destinado a fracasar si se insiste en aplicarlo de golpe y porrazo, de un día a otro, sin ensayo previo, sin que los conductores asimilen mentalmente que ya no se doblará a la izquierda en la Lincoln con 27. Hasta los burros, si se les suelta la brida, doblan por donde están acostumbrados a doblar y da lucha que aprendan la nueva ruta.
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A Trujillo se le ocurrió cerrar todos los cafés de prostitutas. El Ejército usó camiones para deportar las mujeres para sus pueblos. A los dos días el alto comercio le dobló el pulso al ver que cientos de electrodomésticos y equipos de cocina y de habitación habían sido devueltos y muchos establecimientos estaban al borde de la quiebra. A buscar los cueros a los pueblos y ¡que siga la fiesta!
Lo mismo ocurre con el horario escalonado de las oficinas públicas que debe ser sometido a prueba, pero ¡que se haga a la cañona!
Mi padre, el maestro Julio Gautreau, era muy exigente en los ensayos de la banda municipal de música al punto de que cualquier semitono de un músico que quería probar su sordera, era objeto de una reprimenda. El domingo la pieza musical era interpretada con fluidez y armonía.
Lo que acaba de ocurrir no es un fracaso estrepitoso, es una falta de mesura, de conocimiento del medio y de sus habitantes.
Todo cambio debe ser sometido a un período de acoplamiento, de asimilación. El real problema es que los carros son tantos que no caben en las calles de país, pero las autoridades, por cobrar aranceles en aduanas y placas a los vehículos, no lo quieren entender.
Mientras, continua la operación de llenado de la morcilla de modo tal que en cualquier momento explota, porque hay un límite, hay un espacio único, que no extiende: los vehículos no caben en las calles y lo demás es invento.