Por aquellos recuerdos

Por aquellos recuerdos

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Estamos cansados de tanta politiquería, de anuncios innecesarios de la formación de nuevos partidos sin militancia ni simpatizantes, de tantas mentiras inoperantes e imposibles de poder implementarse, cuando con lo que contamos es con un Estado prácticamente en proceso de quiebra exigiendo cada día que pasa a sus contribuyentes mayores aportes y nuevos sacrificios de tal envergadura que nuestra pequeña clase media está sumergida en la desesperación y su posible desaparición.

Es por eso que tal vez sería mejor dedicar los días de vida que nos puedan quedar, volver a aquellos agradables momentos que tuvimos dedicados a cultivar la poesía y las distintas actividades artísticas, la poesía, el teatro, la arquitectura y los coloquios de juventud con los amigos de siempre, cuando oímos tanta música culta, por tanto, les ofreceré algunos fragmentos en versos de nuestra humilde producción: Estoy irremisiblemente atado a ti / como el sistema planetario al sol / como la calma después de la tormenta, / como el fuego al viento que lo alienta / como el tiempo a la historia, / como el riego de sangre al corazón, / como el sueño al descanso del cuerpo. Y este otro: Esta tarde me alegra / la tristeza de ayer / porque el pájaro inmenso / de las alas de plata / me trajo tu mensaje, / distante y soñador.

O aquellos poemas del 1941, que dicen: Tal vez hemos soñado los dos las mismas cosas, / tal vez hemos sufrido los mismos desengaños, / tal vez ha sido la vida injusta con nosotros, / o hemos sido ingratos nosotros con la vida o quizás, ahora vemos que la poesía es como un verso armonioso que discurre en nuestras vidas y dejamos llevarnos de sueños infantiles, / ¡Qué pleito tan terrible tenemos que ganar! / La lucha será ruda, pero quizás seremos / de todos para el mundo o el mundo para todos.

Recuerdo como ahora aquel poema: Al pasar, que dice: Estaba vestida de cielo/ y llevaba en su mano / un estuche de sangre; llevaba el silencio de una escuela / y miraban sus ojos al cielo / como preguntando: ¿Por qué tanto silencio? / En una esquina / sollozaba mi angustia / y lloraban mis ojos / no sé por qué razón / Era una tarde de renunciamientos, ella vestía de cielo, / y cielo estaba gris.

 

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