Por  austeridad bien concebida

Por  austeridad bien concebida

Al Poder Ejecutivo llega  con frecuencia el reclamo de que se ajuste el cinturón de gastos  e inversiones en vez de aspirar demasiado a  un  equilibrio fiscal basado en más ingresos por  impuestos. La austeridad así buscada tendría como único riesgo de que se pretendiera un achicamiento presupuestal que hiciera tabla rasa sobre áreas de la Administración Pública que no deben ser medidas con la misma vara porque no son iguales en sus resultados ni en su importancia para la nación. El hecho de que el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero, advierta de planes para recortar  las partidas mensuales que hacen posible las labores de los tribunales y que sustentan planes vitales para mejorarlos, es señal de que existe el riesgo de que emerjan reducciones forzosas a espaldas de realidades y conveniencias para la sociedad.

El uso de los recursos del Estado no ha crecido  de la misma forma en todas sus áreas ni con flujos de recursos acordes al peso social y a las urgencias de la colectividad. La práctica de establecer nominillas o acrecentar el pago de servicios personales con empleos superfluos  motivados por el clientelismo se ha manifestado con  particular intensidad  en áreas específicas  de la Cosa Pública,   lo que una y otra vez  ha sido dado a conocer por la prensa; mientras por otro lado resulta notable la falta de recursos y personal calificado en otras instituciones constreñidas en sus importantes roles. 

Artefactos de mala índole

Un artilugio para facilitar los trances  a que se lanzan los consumidores de sustancias ilegales emerge  y aparentemente  prolifera en discotecas y bares, negocios con licencias para operar; no para fomentar con tolerancia   usos viciosos que dañan  la sociedad. El  “hookahs”  se populariza   para espanto de los padres de familias y preocupación  de las autoridades en materia de drogas que han emprendido redadas y ocupan las tales pipas de agua utilizadas para aspirar  estupefacientes. Se teme el efecto contraproducente de que la difusión de  los decomisos despierte  curiosidad e interés de emplearlas en más círculos.

Proponemos hacer algo más que ocupar los artefactos y aplicar multas a los usuarios cerrando por algún tiempo a  los centros en falta  incluyendo,  desde luego, a  los de clase alta  que sirvan de asiento y estímulo a la destructiva práctica. Por violaciones menos perjudiciales se aplica a diario esta  medida.

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