¿Por cuál vía?

¿Por cuál vía?

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Nuestra sociedad está dividida en dos grandes bloques los cuales, a su vez, mantienen sus propias subdivisiones. El bloque de arriba tiene la forma geométrica de una pirámide; el bloque de abajo debe representarse con un rectángulo. En la cúspide del bloque piramidal se encuentran los poderes reales, los que mandan desde siempre, los que se reciclan o los reciclan quienes suben, por temor a las travesuras cometidas durante siglos.

Esos poderes son: la religión (aquí representada por la iglesia católica, donde hay mucha gente buena), el alto comercio y la industria, la fuerza armada (sea militar o policía) y la sempiterna presencia del país hegemónico en el área.

El presidente Juan José Arévalo, de Guatemala, en «Fábula del tiburón y las sardinas» habla de la desaparición de cuatro puercos de la querida del coronel.

(Cito de memoria): Cuando no quedaba piedra por remover ni más torturas que aplicar a dos infelices hermanos que vivían en las orillas del pueblo a quienes se acusaba de robar los animales, alguien avistó los cuatro puercos que entraban al pueblo con paso lento.

Junto con la alegría de la aparición de los animales le avisaron al coronel que los hermanos a quienes se investigaba no resistieron el interrogatorio y murieron. El coronel se echó para atrás, abrazó la estrecha cintura de su hermosa querida y comentó: al fin y al cabo, los hermanos X eran comunistas. Los hermanos X, en una sociedad donde no había respeto por los derechos, murieron en medio de inenarrables torturas, sin que nadie reclamara por ellos. Y lo peor: probablemente no tenían dónde acudir para que se les respetaran las reglas que escribe la sociedad y que sólo aplica para los ricos, para quienes poseen medios de fortuna que les permitan contratar abogados, comprar fiscales y jueces, callar la prensa y mojar las manos de guardias y policías.

La representatividad, el derecho a la igualdad ante la Constitución y las leyes, el respeto a los mecanismos tradicionales y escritos de la democracia están en tela de juicio (para ser benévolo) en nuestra sociedad.

Nuestra democracia se representa como un embudo, ya que lo ancho sirve para quienes tienen la cuchara grande y el resto que se confunda en el estrecho cilindro que lo bota hacia el abismo.

Hay, pues, que ampliar los mecanismos de la democracia de modo que todos tengamos igual acceso al ejercicio de nuestros derechos, ya que el sistema sí se ocupa de forzar el cumplimiento de los deberes con formas opresivas y coercitivas (para eso tienen la guardia y la policía).

Son innumerables las dificultades que tiene cualquier ciudadano cuando cae bajo la bota de la autoridad (que usualmente tiene una conducta autocrática heredada de siglos de oscurantismo), ello, sin importar el nivel de autoridad.

Hay que reclamar, pedir, exigir, el pleno ejercicio de los derechos y que la igualdad sea de todos los días y no sólo del día de las elecciones, cada dos y cuatro años.

De no ampliarse la base de la democracia, si no se reconocen, garantizan y respetan los derechos de todos, absolutamente todos los dominicanos, temprano, a mediano o a largo plazo, seremos entagusados por la promesa de ley y orden de un guardia que se erige en dictador, a habrá un sunami popular que no dejará piedra sobre piedra.

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