Por el camino del mal

Por el camino del mal

El día miércoles 13 de enero del presente año, publiqué en esta misma columna del periódico Hoy un artículo con signo de interrogación titulado: Israel ¿Por la paz deseada? El motivo de ese artículo y su encabezado, lo produjo “el estupor, horror y espanto” que me produjo un trágico acontecimiento que recrea con deleite, como acto de heroicidad y patriotismo, Bert Zeruvabel, un “nostálgico judío auténtico” donde “un total de 960 seres humanos, hombres, mujeres y niños tendidos en el suelo, abrazados, fueron “sin titubeos” degollados por 10 hombres escogidos al azar de su misma raza “con la intención de que no quedara entre ellos una sola alma viva que fuese súbito de los romanos” … y así “demostrar su coraje y el desdén por la muerte.”
Tras ese patético, criminal y repulsivo suceso, que condena el más elemental sentimiento humanitarista, se ha querido vender la idea de que “la necesaria y anhelada paz y convivencia pacífica entre árabes y judíos” habrá de llegar más pronto que tarde, por la firme determinación y espiritualidad del pueblo judío y sus gobernantes, dando por seguro, no sujeto a discusión alguna, “que los pasos más importantes para lograrla han sido “obstruidos por el radicalismo de los países árabes, negados a reconocer la existencia del Estado de Israel.
La convivencia pacífica y la paz reinantes entonces entre los 650 habitantes judíos en tierra Palestina poblada por 1.2 millones de árabes y palestinos, tal como se reseña en su libro ¡Oh Jerusalén! termina con la Resolución No. 181/1947 de la ONU y la desocupación del protectorado inglés al concedérsele al nuevo Estado de Israel un 55% del territorio, para que un año después árabes y palestinos fueran despojados del 78% reduciendo su ocupación a un 22% siendo desde entonces sistemáticamente discriminados, perseguidos, maltratados, obligados a abandonar sus bienes o refugiarse en miserables “gethos.”
El Dr. Rafael Kasse Acta, discípulo de Bosch, en su libro póstumo “Conflictos Árabe- Israelí señala “el genocidio que está llevando a cabo el ejército “sionazi” israelí en la Cisjordania, y la franja de Gaza es de tal magnitud que ha levantado un grito casi unánime de protesta en los pueblos del mundo, en las organizaciones internacionales y en las más altas autoridades de moralidad y autoridad a nivel universal refiriéndose al Papa Juan Pablo II.” Israel ha sido condenado por sus acciones más de 200 veces por la ONU, cosa que no parce importar al ejército Likud y a sus gobernantes desde el momento en que su Primer Mandatario, David Ben Gurión, dejó en su diario su epitafio: “Los pueblos árabes abandonados tienen que desaparecer.”
El sueño sionista de exterminio ha seguido su marcha indetenible por gobernantes terroristas, Golda Maier, Ariel Sharon, Managen Begin, Natanyahu, entre otros, con el respaldo del Gobierno norteamericano. Las Naciones Unidas, abogando por la paz, internacionalizó Jerusalén, con el propósito de que cristianos, musulmanes y creyentes del judaísmo pudieran orar a Dios en su mismo templo, como en tiempos inmemoriales. Pero el sionismo no sede. Hoy la noticia que nos trae la prensa es: “Israel mata 41 palestinos que protestaban por traslado embajada de EU a Jerusalén.”