Por el deseo de crecimiento en armonía y en paz

Por el deseo de crecimiento en armonía y en paz

TEÓFILO QUICO TABAR

Es una lástima que en la medida que el país fue creciendo en muchos aspectos, no se pusiera concomitantemente atención a temas tan importantes como la educación integral, a fin de rechazar la violencia, la corrupción y la anarquía. Más bien fue creciendo la dejadez, y junto a ella la preocupación. Porque no se produjo de forma equilibrada. Se fue creando una especie monstruo.

Se invirtió poco en creación de conciencia cívica. Civismo, al que alguien definió como “el conjunto de ideas, actitudes y hábitos que corresponden al buen ciudadano como elemento consciente y activo del pueblo. Preocupación por el bien común.

Lealtad a las instituciones del país sin servilismo. Espíritu democrático y de respeto a cada ciudadano incluyendo la voluntad de permitirle la expresión de sus opiniones políticas. Espíritu crítico sin exceso respecto a las personas e instituciones. Obediencia a las leyes justas. Interés y dedicación por la cosa pública. Generosidad hacia los ciudadanos”

Este conjunto de ideas, sentimientos, actitudes y hábitos, forman lo que se podría llamar sentido público y cívico. Pero espíritu público y sentido cívico, son prolongaciones y afirmaciones del sentido social. El espíritu público y el sentido cívico suponen cierto número de virtudes, de las cuales proceden la justicia, la justicia social, la magnanimidad, la caridad, etcétera.

El civismo nos lleva a respetar la autoridad del Estado y a hacerle justicia. Lleva a la defensa y a la obediencia, con respecto a la autoridad, pero sin la sumisión servil y el culto del Estado. Deja intacto el espíritu crítico, necesario en todos los regímenes, pero de manera particular en una democracia como la que aspiramos a tener.

El sentido cívico reconoce los límites del poder y no permite que sean sobrepasados, ya se trate de la vida privada, pública o de la espiritual. Exige que el poder respete las libertades legítimas de las personas así como de los organismos intermedios.

Pero ese conjunto de ideas, actitudes y hábitos que corresponden al buen ciudadano, tiene necesaria y urgentemente que convertirse en responsabilidad numero uno de los dominicanos, sobre todo de los sectores de poder económico y políticos.

Frente todo ese olvido y dejadez acumulados, hay que establecer como prioridad un conjunto de políticas debidamente coordinadas y bien dirigidas. Tendentes a crear mayor conciencia cívica, sin dejar de lado lo que respecta a las responsabilidades municipales.

Pero para que esa tarea sea fructífera y el pueblo pueda tener confianza real en esas enseñanzas, deben producirse demostraciones palpables y concretas por parte de quienes se presentan como sus líderes y dirigentes. Las cúpulas en todos los sentidos, en el cumplimiento de esas ideas, esas actitudes y esos hábitos.

Estamos compelidos a abandonar la dejadez del pasado y a construir una sociedad más justa y más humana, donde todos los ciudadanos tengan verdadera conciencia de sus deberes y derechos. Hay que comenzar a levantar el edificio de la concientización.

Darle mayor valor a los principios que pueden contribuir a restablecer la confianza. A crear conciencia de civismo. Porque solo ese gran edificio de conciencia y responsabilidad podrá soportar el peso de los deseos de crecimiento en armonía y en paz.

Se invirtió poco en creación de conciencia cívica

El civismo nos lleva a respetar la autoridad estatal y a hacerle justicia

Estamos compelidos a construir una sociedad más justa y más humana

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