Por el Edén de Doña Carmen

Por el Edén de Doña Carmen

OBRA
Son cinco las razones que explican el por qué La Eterna Eva y el Insoportable Adán (sketch verdaderamente subversivo) es la mejor obra de doña Carmen Quidiello y el primer decreto teatral sustantivo de la mujer dominicana.

Digo “decreto sustantivo” porque un manifiesto (como el de Aida Cartagena Portalatin con su Una Mujer Esta Sola, o el del Circulo de mujeres Poetas, reinvindicando el nombre de poeta para las mujeres) fueron eso: Manifiesto o declaraciones de un sentimiento o intención.

Con Eterna Eva y el Insoportable Adán, doña Carmen se atreve a lo que algunas de nosotras ha contemplado alguna vez: Reescribir el Génesis desde nuestra visión, racionalidad y sentimientos.

Al hacerlo, doña Carmen demuestra el más fino sentido del humor y de la ironía, así como un dominio de la modernidad en el teatro, por lo que esta obra no es solo la mejor de doña Carmen, sino un trascendental y alternativo aporte a la muy masculina realidad escrita por los Profetas.

Las cinco razones a las que me referiré en el trascurso de este ensayo, son: la estructura teatral, el novísimo tema, la poesía, la relación igualitaria con Dios y la visión femenina del mundo.

ESTRUCTURA TEATRAL

Como afirma la propia doña Carmen, la obra es una comedia ligera, un divertimento con desenlace cargado de dramatismo. Esto en lo formal, porque como iré demostrando esta obra es una de las reflexiones más profundas y dramáticas sobre la condición del hombre y la mujer que se haya escrito en el país para el teatro dominicano.

A esa auto–declarada escritura (la de la comedia), habría que añadir la modernidad teatral. El distanciamiento entre el ojo crítico del espectador, o espectadora y el texto, distancia emocional (propuesta por Brecht) que doña Carmen logra con el recurso del Diálogo de la Serpiente en el libreto. Esto hace a la comedia liberalizante no solo en la estructura sino también en el contenido, y lo moderniza.

Pasar de la primera escena (en el Edén) al mundo de hoy, donde a Dios se le representa como a un Psiquiatra plagado Él también de dudas sobre la modernidad es un recurso “profano” en el más maravilloso sentido de la palabra, y una técnica moderna.

NOVISIMA TRAMA

Doña Carmen se propone una tarea ciclópea: nada más y nada menos que la reescritura del Génesis, lo cual logra con una dosis de sencillez, ironía y humor extraordinarios.

Para lograrlo, sintetiza las preguntas que siempre nos hemos hecho (y nunca nos hemos atrevido a preguntar públicamente) sobre el Génesis.

¿ES LO IDÍLICO SINÓNIMO DE ABURRIMIENTO?

¿Fue la serpiente (imagen de lo femenino) culpable de seducir a Eva y Adán, cuando según los propios Profetas desde el inicio del mundo todo estaba previsto por el Dios-Padre?

¿Qué hubiera sido de la humanidad si Adán y Eva se hubieran contentado con la contemplación mutua?

¿Por qué condenarnos a pagar una culpa que no cometimos hasta el final de nuestros días?

¿Existió alguna vez la alegría de la creación? ¿La libertad de ser y nombrar todas las cosas?

Doña Carmen responde con un sentimiento práctico de la realidad, que alaba como talento fundamental de la mujer:

1.-No, no fue la serpiente sino el aburrimiento Edénico lo que llevó a Eva y Adán a probar y comer del fruto prohibido.

2.-La serpiente era andrógina y su virtud, o mordida, fue la curiosidad, cualidad intrínseca de hombres y mujeres libres desde la creación.

3.-Antes de probar el fruto prohibido, ya Eva y Adán eran distintos. A ella le interesaba mucho más el PARA QUÉ el POR QUÉ de las cosas y su para qué tenía que ver más con lo natural (el color, la forma, el tacto) que con la racionalidad de Descartes.

Las preguntas sobre Dios, las responde en la evolución de la obra, con la poesía, lenguaje que culmina en los dos poemas de la obra: ¿Quién inventó la Noche?, e Invocación de la Noche.

La poesía permea hasta el justo reclamo de Adán y Eva ante el Dios Padre, reclamo de hijos de Dios que considerándose fruto del mismo acto creador, ejercen por primera vez su libertad.

Y es Eva, como siempre, la que empieza, algo que Dios en su papel de Psiquiatra, reconoce:

“Debo admitir que Eva es el único ser de la creación que se atreve a echar un mano a mano conmigo y competir lealmente, porque si bien es cierto que soy eterno, lo soy a mi manera. Ella en cambio lo es todos los días, con sus noches.

El lenguaje poético transita al lenguaje filosófico, cuando en la explicación a la Serpiente Dios la exculpa de todo pecado argumentando que fue a búsqueda del conocimiento, como germen de la liberad, la causa de la salida de Eva y Adán del paraíso:

“La fruta madura que Eva probó no era la manzana, era ELLA MISMA. La eterna Eva, pura, perecible, humana, llena de defectos y generosa en su condición de mujer con todas sus consecuencias”.

Llegamos así a la parte más conmovedora de esta obra de teatro, la que también de forma inédita, sintetiza la visión de la mujer sobre lo que deberían ser las relaciones Mujer-Dios, Hombre-Mujer, Mujer-Naturaleza. Nueva cosmovisión que asoma durante la obra y comienza, con una explicación de la sensibilidad que caracteriza a Eva:

“Y qué hace Adán?
… boquiabierto, deslumbrado, no hace sino inventar palabras para todo cuanto le pasa por delante”.

Al describir la obsesión masculina por nombrar las cosas (una forma de posesión) Eva comienza a establecer la diferencia entre la forma masculina y fémina de APROXIMARSE al mundo:

“¿Y todo para qué? … vamos a ver: ¿ para qué?

Mientras Adán anda ocupado haciendo un “inventario” de la creación, la mujer antepone la vida a la palabra, lo sensorial a lo racional. Y es en el consultorio del Psiquiatra donde comienza Eva a definir SU GÉNESIS. Génesis donde vivir y filosofar son nuestros objetivos vitales, pero además el amor, la amistad, la justicia, ¡la Paz!, y una visión crítica y contestataria del “Progreso” solo aceptable si:

“…se reparte universal y equitativamente siempre que llegue mucho más allá de la simple justicia social –entre comillas- oficializada por leyes nati-muertas o raquíticas”.

Si esta obra no es un texto “femenino”, y si la crítica a la creación de Adán y Eva y el Génesis no obedece a la inteligente y reflexiva mirada de una mujer que es también escritora, entonces todo lo que se ha escrito sobre literatura y crítica femenina carece de legitimidad.

Lo curioso es que quienes niegan este género no critican la “Literatura Negra”, de la cual Langston Hughes y los escritores y escritoras del Harlem Reinassance son los paradigmas más reconocidos, y sobre la cual existe todo un corpus crítico y conceptual.

Me temo que detrás de la resistencia lo que hay son simpatías y/o antipatías personales, y contra esos molinos hace tiempo decidí no romper mis lanzas.

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