Por el imperio de la ley

Por el imperio de la ley

UBI RIVAS
La mayor tragedia que padece nuestro país desde el 30-05-61, fecha que marca el ajusticiamiento del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y donde a partir de entonces se quebraron los moldes que referenciaban el cumplimiento de las leyes y el respeto ciudadano, es la fragilidad en precisamente el cumplimiento estricto de las leyes, con sus adyacencias intrínsecas, el orden y el respeto.

A ratos el país percibe como la Suprema Corte de Justicia suspende a jueces a quienes identifica en prácticas ‘nom sanctas’, y que inclusive al más alto tribunal de justicia se le acusa de engavetar por años fajos de expedientes que hace tiempo ha debido conocer y fallar.

El país percibe consternado cómo 59 oficiales policiales usufructuaban vehículos incautados y encima de esa felonía exhiben el descaro de proponer la anulación de iniciar un proceso en su contra por que dizque devolvieron el cuerpo del delito antes del plazo gracioso que les ofreciera, sin calidad jurídica para ello, el incumbente policial.

Bandas de forajidos se hacen fuertes en barriadas carenciadas (pobres) y se afirma que ni la Policía Nacional puede penetrar en sus áreas, francos territorios apache, donde se reparten por cuadras el prohibido mercadeo (distribución) de sustancias prohibidas (drogas) y cuando un integrante de una banda cae abatido por las disputas de otra, escenifican funerales ruidosos, consumiendo a campo traviesa marihuana, como reseñaron los periódicos el día 10 del presente mes de junio con el funeral de un integrante de la banda Los Peluches.

De la ley 241 relativa al tránsito vehicular mejor ni hablar, pero sí consignar como referencia única que pocos respetan, transitando en vía contraria, sin placas, en chatarras inservibles que aquí es el único país donde las autoridades permiten circular.

Ningún gobierno a partir del citado 30-05-61 ha legislado en relación a la sigilosa pero creciente y peligrosa invasión haitiana que satura al país de inmigrantes ilegales procedente de esa país vecino con el que hacemos frontera. Con simplemente carnetizar los obreros que laboran aquí en la agricultura y la industria de la construcción y disponer luego sentencias ejemplarizantes a los patronos que violen esa disposición, única manera de deshaitianizar pacíficamente al país, no como en octubre de 1937.

La geografía nacional se fracciona irresponsablemente con el único propósito de asegurar curules innecesarias a nuevos legisladores también innecesarios y sobrantes, y de esa situación hay referencia cuando el día 10 del presente mes El Diario Libre reseña que en el edificio del Congreso Nacional no hay espacio para 28 nuevos diputados.

De manera que gobiernos y gobernados caminan asidos en el despropósito de solidificar el irrespeto a las leyes, el desorden, el irrespeto ciudadano, y así el futuro inmediato del país luce frustrado, inestable, sin base firme para pautar las grandes decisiones que concreticen su desarrollo vigoroso y creciente.

Cuando los pueblos registran un desequilibrio institucional como el que acogota al nuestro hoy, no pocos tornan la mirada y el pensamiento a un gendarme que organice el pandemonium nacional, como ocurrió en Alemania en 1939 y en nuestro país en 1930.

Espero haberme hecho entender por gobernantes y gobernados. ¿O no?

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