En horas pico en esa ruta solo es posible avanzar en tren
Lourdes y José Israel Cuello
Quienes viven en Los Alcarrizos y trabajan en Santo Domingo merecen compasión. Y es la mayoría. Los Alcarrizos, un municipio cercano de Santo Domingo, con una población ya mayor de 500,000 mil habitantes, es asiento de varias industrias de zona franca siendo el principal empleador del Estado el hospital Vinicio Calventi, donde la política pelea con los méritos profesionales por unos 85 puestos de trabajo.
Para los que deben trasladarse a Santo Domingo, el afanar comienza muy temprano. Habrán de caminar largos trechos para tomar un autobús, hacer largas filas para optar por un asiento y luego, a la llegada del kilómetro 9, otra fila para acceder a los ya pocos vagones del Metro. Sin transferencia a su destino, puede que necesiten, todavía, tomar un carro público, posiblemente deleznable y súper lleno o la envilecedora cola de un motor.
Como ya dijimos, la mayoría de sus habitantes trabajan en la ciudad capital y la falta de transporte masivo no solo afecta a la comunidad, sino que ahoga todo el movimiento de los que salen o entran a las mismas horas con otros destinos u orígenes más largos o cortos.
Salir de Santo Domingo o llegar a él en las horas pico, cuando se pretende tomar la carretera Duarte o salir de ella para llegar a la ciudad, solo se consigue accediendo a otros sistemas de transporte masivos como lo es el Metro; no, por cierto, con canastas colgantes que se lucen, pero que nunca pueden operar bajo la lluvia ni son capaces de acoger la demanda ya existente del servicio.
¡Con lo simple que puede ser la solución!
En los Metros, los costos mayores son las maquinarias, el sistema eléctrico, las excavaciones y los elevados, siendo las expropiaciones un elemento a evitar por excelencia, de ahí la preferencia del subterráneo.
En el caso de la ruta hacia Los Alcarrizos, desde el Kilómetro 9 de la Carretera Duarte, 8 kilómetros, es obligatorio sumergirse bajo la tierra en su tramo inicial; pero desde la avenida Isabel Aguiar puede emerger y avanzar sobre la vieja carretera alrededor de la cual se ha sobrepoblado la zona, pero la angosta y vieja ruta, que es propiedad del Estado, permanece con capacidad suficiente para soportar los elevados hasta el destino final, con dos paradas intermedias y dos más a la entrada y término del destino.