Por mucho tiempo, el Malecón de Santo Domingo fue el lugar por excelencia para la diversión y el esparcimiento. Fue, por decirlo así, uno de los atractivos que seducían al turista que visitaba el país.
Poco a poco, la arrabalización, la delincuencia y el abandono de la zona fueron convirtiéndola en inhóspita y peligrosa. Y así ha estado por mucho tiempo.
La Alcaldía del Distrito Nacional (ADN) anunció un proyecto de rescate cuya primera fase sería terminada a finales del presente año, pero la falta de un crédito de 350 millones de pesos ha frustrado esa intención.
La situación del Malecón de Santo Domingo debe cambiar. Dominicanos y extranjeros han sido despojados de un espacio de recreo y muchos negocios de la zona han resultado gravemente perjudicados.
El presidente del Cluster Turístico, Freddy Ginebra, propone que la recuperación y sostenimiento del Malecón sea un compromiso no solo de la Alcaldía del Distrito Nacional, sino compartido por todos los intereses comerciales que operan en la zona.
En las condiciones actuales, el Malecón de Santo Domingo solo sirve a la causa de la delincuencia y la prostitución. Es un espacio perdido que resta atractivo a la ciudad y ahuyenta el turismo. Rescatarlo debe ser la consigna.
Inquietudes que hay que atender
La Asociación de Productores de Huevos se ha quejado de que el sector está siendo perjudicado por la falta de planificación de la producción de este renglón.
Cita el hecho de que se otorgan permisos sin control para importación de gallinas ponedoras y que esa situación crea inestabilidad en el mercado.
La planificación permite determinar la cantidad de huevos que necesita el mercado y la cantidad de gallinas ponedoras que es necesario importar para lograrlo. Esto, según la asociación, fue descontinuado desde el año 2008.
Es aconsejable que el Gobierno tome en cuenta el reclamo de los productores de huevo, y que retome la planificación que ejecutaba con ellos y ponga control a las importaciones de ponedoras. La idea es mantener la estabilidad del mercado para garantizar rentabilidad adecuada para productores y precios justos para consumidores.