Por el sendero de la Jibijoa

Por el sendero de la Jibijoa

BARAHONA. Lejos de aquella imagen de terreno caluroso y devastado que tenía en  mi mente, la Barahona del Sur que conocí está llena de gente  simpática, agradable, fresca, cálida y reverente.

Invitada por el Cluster Ecoturístico, en coordinación  con la agencia  estadounidense para el desarrollo internacional (USAID), visité Cachote. Para las personas que gusten de la aventura, que disfruten conocer  montañas, ríos y lugares nunca vistos, visitar Cachote  es una experiencia única y extraordinaria,  que permite literalmente tocar las nubes que pasan silenciosas y misteriosas a nuestro lado: ¡usted puede parparlas, olerlas y sentirlas!, lo mismo que cuando realiza  el fascinante paseo por el “Sendero de la Jibijoa”.

Estar en  Cachote hace reconocer que las bendiciones de la vida están ahí, que solo hay que buscarlas cada día. Y es que cada lugar tiene algo que aportarnos, sobre todo cuando encontramos gente tan colaboradora y capaz de mostrar su entorno con conocimiento, orgullo y gallardía. 

El viaje inició en la ciudad de Barahona, con la guía del ingeniero Rafael Matos Feliz,  director adjunto  del Cluster de Barahona, Dreidy Taravine Smith, encargada de Marketing, y  Patricia Reynoso, especialista en  comunicación de la USAID. La meta: un edén ubicado en la parte alta de la Loma Remigio, una elevación de 1,200 metros en el Bahoruco oriental.

Cachote, situada en el bosque nublado de las alturas de la Sierra de  Bahoruco Oriental, en los linderos del Monumento Natural Padre Miguel Fuerte, es una aldea en la que viven  unas treinta familias y  un paraíso para los observadores de aves, de las que ya se han reportado más de 30 especies.

En Cachote usted puede disfrutar de hermosos paisajes, de eventos culturales, “canyoning”, turismo científico, caminatas y de su restaurante de comida típica. Canto del Jilguero, primer centro de ecoturismo en toda la región, es una belleza hecha por el hombre integrada magistralmente a la naturaleza boscosa del lugar y  manejada por la Microempresa Ecoturística de Cachote.

Llegamos allí por  la comunidad de La Cienaga (15 kilómetros al sur de Barahona), una travesía que nos permitió descubrir pintorescos pueblos, con casas y rincones donde el tiempo parece haberse detenido siglos atrás.

Sus ruinas están enmarcadas en bonitos paisajes, y rodeadas de ese aire misterioso que envuelve a los que se aventuran a conocer lo desconocido.

Este lugar tiene un encanto como cualquier otra zona verde,  aunque la cercanía de las  nubes  proporcionará siempre una maravillosa vista, una experiencia sin  igual donde el silencio solo es interrumpido por los pájaros, y el ruido de los ríos.

¿Que se puede hacer en Cachote?

Se puede caminar, tomar aire fresco  o simplemente sentarse a escuchar el sonido de las aguas del río, disfrutar del olor de sus árboles, de las hojas secas, de las mariposas, lagartijas y pequeños saltamontes es una experiencia… ¡absolutamente enriquecedorada!

Y un  extra, todo un lujo para el alma, para nuestras sensaciones; un bálsamo de paz y tranquilidad.

Centro ecológico

El Centro Ecológico de El Cachote,  es  un gran salón destinado para acampar, al que se llega por un pequeño camino rodeado de flores silvestres bañadas de rocío.

En esa rústica, pero generosa instalación, los visitantes pueden bañarse con agua de lluvia que ha sido almacenada en aljibes, comer muy sano, al estilo del campo, contemplar una zona virgen, y conocer, a través de los relatos de los campesinos, cómo se vive en las cercanías de un lugar tan paradisíaco y lejano del bullicio. El lugar tendrá murales  con datos científicos del bosque en materia de flora y fauna.

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